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Anna Ivashkov Admin·Dhamphir
Mensajes : 87 Puntos de experiencia : 4816 Popularidad : 2 Fecha de inscripción : 19/10/2011 Edad : 33 Localización : Buenos Aires, Argentina
Ficha de personaje Nombre: Aelizs Ivanov Raza: Dhampir principiante Año: 2do año
| Tema: Lectura online Jue Dic 08, 2011 11:54 pm | |
| Sentí su miedo antes de escuchar sus gritos. Su pesadilla golpeó, sacándome de mis propios sueños, que habían tenido algo que ver con una playa y algún chico guapísimo aplicándome crema bronceadora. Imágenes – suyas, no mías – se precipitaron a través de mi mente: fuego y sangre, el olor del humo, el metal retorcido de un coche. Las imágenes me envolvieron, asfixiándome, hasta que alguna parte racional de mi cerebro me recordó que ése no era mi sueño. Me desperté, largos mechones de mi oscuro cabello, se pegaban en mi frente. Lissa estaba acostada en su cama, retorciéndose y gritando. Salté de la mía y, rápidamente, crucé los pocos metros que nos separaban. “Liss,” dije, sacudiéndola. “Liss, despierta” Sus gritos disminuyeron, siendo sustituidos por suaves quejidos. -“Andre,” gimió ella. “Oh Dios” La ayudé a sentarse. “Liss, ya no estás allí, despierta” Después de algún tiempo, sus ojos comenzaron a abrirse y, en la débil luz, pude ver un parpadeo de consciencia que comenzaba a despertarse. Su frenética respiración disminuyó, y ella se inclinó hacia mí, descansando su cabeza en mi hombro. Pasé un brazo alrededor suyo y coloqué una mano sobre su pelo. “Está bien” le dije con cuidado. “Está todo bien”. “Tuve ese sueño” “Sí, lo sé” Permanecimos así sentadas durante varios minutos, sin decir nada más. Cuando sentí que se había calmado, me incliné sobre la mesita que estaba entre nuestras camas y encendí la lámpara. Brilló débilmente, pero ninguna de nosotras necesitaba mucho para ver. Atraído por la luz, nuestro compañero felino, Oscar, se posó encima del alféizar de la ventana abierta. Se mantuvo a una distancia segura de mí – por alguna razón, a los animales no les gustan los dhampirs – pero saltó sobre la cama y frotó su cabeza contra Lissa, ronroneando suavemente. Los animales no tenían problemas con los Moroi, y todos ellos amaban a Lissa en particular. Sonriendo, ella rascó su barbilla y sentí que se calmaba aún más. “¿Cuándo fue la última vez que te alimentaste?” Pregunté estudiando su rostro. Su piel estaba más pálida que de costumbre. Tenía unas enormes ojeras, y tenía un aire de debilidad. La escuela había sido agitada esta semana, y no recordaba la última vez que le había dado sangre. “¿hace como… dos días, verdad? ¿Tres?¿Por qué no dijiste nada?” Ella se encogió intentando no mirarme a los ojos. “Estabas ocupada. No quise—” “¡A la porra con eso!” Dije, cambiando a una posición mejor. No me extrañó que pareciera tan débil. Oscar, no queriéndome más cerca, se bajó de la cama y volvió a la ventana donde podría mirarnos desde una distancia segura. “Vamos. Hagámoslo” “Rose –“ “Vamos. Te hará sentir mejor” Incliné la cabeza y aparté mi pelo hacia atrás, dejando mi cuello al descubierto. La vi vacilar, pero la vista de mi cuello y lo que éste ofrecía resultó ser demasiado tentador. Una expresión hambrienta cruzó su rostro, y sus labios se separaron ligeramente, exponiendo los colmillos que ella normalmente mantenía ocultos al estar viviendo entre la gente. Aquellos colmillos contrastaban de una manera extraña con el resto de sus rasgos. Con su hermosa cara y su pelo rubio pálido, parecía más un ángel que un vampiro. Cuando sus dientes se acercaron a mi piel desnuda, sentí mi corazón latir aceleradamente con una mezcla de miedo y anticipación. Siempre odiaba el sentimiento que venía después, pero no había nada que pudiese hacer, era una debilidad de la que no podía librarme. Sus colmillos me mordieron, con fuerza, y lloré en la breve explosión de dolor. Entonces desapareció, sustituyéndose por un maravilloso y excelente placer que se extendió por mi cuerpo. Era mejor que cualquiera de las veces que me había emborrachado. Mejor que el sexo – o eso es lo que me imaginé, ya que nunca lo había hecho. Era una manta de puro y refinado placer, que me envolví y me prometía que todo iría bien en el mundo. Las sustancias químicas en su saliva provocaron una descarga de endorfina, y perdí la noción del mundo, perdí la noción de quien yo era. Entonces, lamentablemente, todo terminó. Ocurrió en menos de un minuto. Ella se apartó, limpiándose los labios con el dorso de la mano mientras me observaba. “¿Estás bien?” “Yo… Sí.” Me acosté en la cama, mareada por la pérdida de sangre. “Sólo necesito dormir un poco. Estoy bien.” Sus ojos, de un color verde jade pálido, me miraron con preocupación. Entonces se puso de pie. “Voy a buscarte algo de comer” Mis protestas llegaron tarde a mis labios, y ella ya se había marchado antes de que pudiera decir nada. El zumbido que provocaba el mordisco disminuyó en cuanto ella rompió la conexión, pero aún quedaba una pequeña presencia en mis venas y sentí que una tonta sonrisilla me cruzaba los labios. Giré la cabeza y mire a Óscar que permanecía sentado en la ventana. “No sabes lo que te estás perdiendo” Le dije. Su atención se centraba en algo que había fuera. Estaba agazapado y erizó su pelo negro. Su cola se movía nerviosamente. Mi sonrisa se desvaneció y me obligué a levantarme. El mundo dio un giro y decidí esperar a que se pusiera derecho antes de intentar levantarme. Cuando lo logré, el mareo regresó y esta vez se negó a desaparecer. Aún así me sentí lo suficientemente bien como para dar un traspié hasta la ventana y mirar fuera junto a Óscar. Él me lanzó una mirada cautelosa, que apenas duró unos segundos, y luego volvió a centrarse en aquello que había llamado su atención. Una cálida brisa, – anormalmente caliente para Portland, – jugó con mi pelo cuando me asomé. La calle estaba oscura y relativamente tranquila. Eran las tres de la mañana, la única hora en la cual el campus universitario se tranquilizaba, al menos un poco. La casa en la que habíamos alquilado una habitación durante los últimos ocho meses estaba situada en una calle residencial junto a otras viejas casas con las que no armonizaban. Al otro lado de la carretera, una farola parpadeaba, casi a punto de apagarse, pero aún emitía suficiente luz como para dejarme ver las formas de coches y de los edificios. Podía distinguir la silueta de los árboles y arbustos de nuestro viejo patio. Y a un hombre mirándome. Me estremecí ante la sorpresa. Una figura estaba parada ante un árbol en el patio, a unos diez metros de distancia, donde se le podía ver claramente a través de la ventana. Estaba lo suficientemente cerca como para que, probablemente, si hubiera lanzado algo le hubiera golpeado. Tan cerca que podría haber visto lo que Lissa y yo acabábamos de hacer. Las sombras lo cubrían tan bien que incluso con mi visión mejorada no podía ver ninguno de sus rasgos, excepto su altura. Era alto. Realmente alto. Estuvo allí parado un momento, dejándose ver apenas, y luego dio un paso atrás despareciendo bajo las oscuras sombras de los árboles del otro lado del lejano jardín. Estuve muy segura de haber visto alguien más acercarse para reunirse con él antes de que ambos fuesen tragados por la negrura. Quienes quieran que fuesen esas figuras, a Óscar no le gustaron. Sin contarme a mí, a él solía caerle bien la mayoría de la gente, mostrándose molesto sólo cuando esa gente representaba un peligro inminente. El tipo de allí fuera no había hecho nada que amenazase a Óscar, sin embargo el gato sintió algo, algo que le puso en alerta. Algo parecido a lo que siempre sentía por mí. Un temor frío me atravesó y casi, – aunque no completamente, – consiguió hacer desaparecer la sensación de felicidad del mordisco de Lissa. Me aparté de la ventana, me vestí con unos tejanos que encontré en el suelo y que debían haberse caído durante el proceso. Después de vestirme, cogí mi abrigo y el de Lissa junto con nuestras carteras. Me puse en los pies los primeros zapatos que vi y salí por la puerta. La encontré en el piso de abajo, en la aglomerada cocina, hurgando en la nevera, uno de nuestros compañeros de habitación, Jeremy, estaba sentado en la mesa, tenía una mano sobre la frente mientras miraba tristemente el libro de cálculo. Lissa me miró con sorpresa. “No deberías estar levantada.” “Tenemos que irnos. Ahora.” Sus ojos se abrieron y un segundo después lo comprendió. “¿Estás…hablando en serio? ¿Estás segura?” Asentí. No podía explicarlo cómo lo sabía con certeza, simplemente lo sabía. Jeremy nos miró con curiosidad. “¿Qué sucede?” Una idea surgió en mi mente. “Liss, consigue las llaves de su coche.” Él nos miró a una y a otra alternativamente. “¿Qué vas –?” Lissa caminó hacia él sin vacilar. Su temor se deslizó dentro de mí a través de los lazos psíquicos que habíamos establecido, pero había algo más también: Su fe absoluta en que me ocuparía de todo, en que estaríamos seguras. Como siempre, esperé ser digna de esa confianza. Ella sonrió ampliamente y lo miró fijamente a sus ojos. Por un momento, justo al principio, Jeremy se mostró confuso, entonces vi al esclavo apoderarse de él. Sus ojos se volvieron cristalinos, contemplándola con adoración. “Necesitamos que nos prestes tu coche” dijo Lissa en tono suave. “¿Dónde están las llaves?” Él sonrió, y yo me estremecí. Tenía una alta resistencia a la coacción, pero podía sentir claramente sus efectos cuando iban dirigidos a otra persona. Esto más la experiencia de toda mi vida me había enseñado que usarlo estaba mal. Jeremy buscó en un bolsillo y le entregó un juego de llaves que colgaban de un largo llavero rojo. “Gracias” Dijo Lissa. “¿Dónde está aparcado?” “Calle abajo” contestó distraídamente. “En la esquina con Brown. A cuatro manzanas.” “Gracias.” Repitió ella volviéndose. “En cuanto nos hayamos ido quiero que sigas estudiando. Olvida que nos has visto esta noche” Él asintió atentamente. Tuve la impresión de que incluso saltaría de un acantilado si ella se lo hubiera pedido. Todos los humanos son susceptibles a la coacción, pero Jeremy aún parecía más débil que la mayoría. Lo cual nos benefició en ese momento. “Vamos” le dije a Lissa. “Tenemos que irnos” Salimos en dirección a la esquina que nos había indicado. Yo aún estaba mareada por el mordisco y continuaba tropezando, incapaz de moverme tan rápido como quería. Lissa tuvo que sujetarme un par de veces para evitar que cayera. Continuamente, la ansiedad que había en su mente me invadía. Intenté ignorarla lo mejor que pude, pues también tenía mis propios miedos con los que lidiar. “Rose… ¿Qué vamos a hacer si nos atrapan?” Susurró. “No lo harán” Repuse con fiereza. “No se lo permitiré” “Pero si nos encuentran – “Ya nos encontraron antes y no pudieron cogernos. Simplemente iremos en coche hasta la estación de tren y de allí a Los Ángeles. Nos perderán la pista.” Hice que pareciese simple. Siempre lo hacía, aunque no hubiera nada simple en huir de las personas con las que habíamos crecido. Llevábamos haciéndolo dos años, escondiéndonos dónde podíamos e intentando terminar el instituto. Nuestro último año acababa de comenzar, y vivir en un campus universitario parecía seguro. Estábamos tan cerca de la libertad. Ella no dijo nada más, y sentí cómo aumentaba su fe en mí. Así había sido siempre entre nosotras. Yo era la que tomaba las riendas de la acción, quién se aseguraba de que las cosas sucediesen, – a pesar de que algunas veces lo hacía de forma imprudente. Ella era la más razonable, la que pensaba las cosas y las analizaba profundamente antes de actuar. Ambos estilos tenían sus ventajas, pero por el momento, la imprudencia se imponía. No teníamos tiempo para vacilaciones. Lissa y yo habíamos sido las mejores amigas desde el jardín de infancia, cuando nuestro profesor nos emparejó juntas en las lecciones para aprender a escribir. Obligar a un niño de cinco años a deletrear Vasilisa Dragomir y Rosemarie Hathaway va más allá de la simple crueldad, y nosotras, – o mejor dicho, yo, – respondí a ello apropiadamente. Arrojé el libro a nuestro profesor y le llamé bastardo fascista. No sabía lo que significaban aquellas palabras, pero aprendí cómo se acierta a un blanco móvil. Lissa y yo habíamos sido inseparables desde entonces. “¿Oyes eso?” preguntó de pronto. Me llevó unos segundos reconocer lo que sus agudizados sentidos ya habían oído. Pasos, moviéndose rápidamente. Hice una mueca. Aún nos quedaban dos manzanas más por recorrer. “Tenemos que correr” dije cogiéndola del brazo. “Pero no puedes – ” “Corre” Puse toda mi voluntad para no desmayarme sobre la acera. Mi cuerpo se negaba a correr después de perder sangre o mientras aún estuviese metabolizando los efectos de su saliva. Pero ordené a mis músculos que dejasen de fastidiar y se pegasen a Lissa mientras nuestros pies golpeaban sobre el asfalto. Normalmente yo podría haber corrido con ella sin ningún esfuerzo extra –especialmente por que ella estaba descalza –, pero esta noche ella era todo lo que me mantenía derecha. Los pasos de nuestros perseguidores se escuchaban más fuertes, más cercanos. Estrellas negras bailaban ante mis ojos. Delante de nosotras pude distinguir el Honda verde de Jeremy. Oh Dios, si pudiéramos simplemente alcanzarlo –. A tres metros del coche, un hombre se interpuso en nuestro camino. Nos detuvimos bruscamente, y tiré de Lissa hacia atrás. Era él, el tipo que había visto a través de la calle mirándome. Él era más mayor que nosotras, quizá unos veinti-pocos, y tan alto como me había figurado, probablemente de unos dos metros. En otras circunstancias, – digamos cuando no estuviera obstruyendo nuestra desesperada huida, – habría pensado que él era atractivo. Pelo marrón a la altura de los hombros, sujetado en una corta cola de caballo. Ojos marrón oscuro. Un abrigo largo y marrón, – un guardapolvo, creo que se llama así. Pero ahora era irrelevante lo bueno que estuviera. Él sólo era un obstáculo que nos mantenía a mí y a Lissa lejos del coche y de nuestra libertad. Los pasos de detrás de nosotros disminuyeron, y supe que nuestros perseguidores nos habían atrapado. En los costados, detecté más movimiento, más gente acercándose. Dios. Ellos habían enviado por lo menos a una docena de guardias para recuperarnos. No lo podía creer. Ni siquiera la reina viajaba con tantos. Presa del pánico, y no con el completo control de mi razonamiento, actué por instinto. Me presioné contra Lissa, manteniéndola detrás de mí y lejos del hombre que parecía ser el líder. “Dejadla en paz” gruñí. “No la toquéis!” Su semblante era ilegible, pero levantó sus manos en lo que aparentaba ser algún tipo de gesto calmante, como si yo fuera un animal rabioso al que el trataba de sedar. “No voy a –“ Dio un paso al frente. Acercándose más. Lo ataqué, saltando en una maniobra ofensiva que no había usado en dos años, no desde que Lissa y yo huimos. La maniobra fue estúpida, otra acción que había nacido del miedo y el instinto. Y fue inútil. Él era un guardia habilidoso, no era un novato que aún no había completado su entrenamiento. Tampoco era débil o estaba a punto de morir. Y hombre, él era más rápido. Había olvidado lo rápidos que los guardias podían ser, como se podían mover y golpear como cobras. Me bloqueó en pleno vuelo y, con sus manos, me golpeó y me envió hacía atrás. No creo que él hubiera querido golpearme tan fuerte, – probablemente sólo quería mantenerme alejada – pero, debido a mi falta de coordinación en mi habilidad para responder, fui incapaz de erguirme. Comencé a caer, directamente hacia la acera, apuntando con la cadera. Iba a doler. Mucho. Sólo que no llegó a suceder. Tan rápido como me bloqueó, el hombre me alcanzó y agarró mi brazo, poniéndome de pie. Cuando me sostuve por mí misma, noté que me estaba observando – o mejor dicho, mi cuello. Todavía desorientada, no lo entendí de inmediato. Luego, lentamente, mi mano libre alcanzó el costado de mi garganta y toqué suavemente la herida que Lissa me había hecho antes. Cuando quité mis dedos, observé mi piel manchada con oscura sangre. Avergonzada, revolví mi cabello para que me cayera por delante de la cara. Era espeso y largo y me cubría el cuello por completo. Lo había dejado crecer precisamente por ese motivo. Los oscuros ojos del hombre se mantuvieron en el ahora escondido mordisco y luego se encontraron con los míos. Le devolví una mirada desafiante y rápidamente me deshice de su agarre. Me dejó ir, aunque sabía que él me podría haber detenido toda la noche si lo hubiera querido. Luchando con el nauseabundo mareo, me acerqué nuevamente a Lissa, preparándome para otro ataque. De repente, su mano tomó la mía. “Rose” dijo en voz baja.”No” Al principio sus palabras no tuvieron ningún efecto en mí, pero gradualmente pensamientos tranquilizantes empezaron a instalarse en mi mente, viniendo a través de nuestra conexión. No fue exactamente coacción, – ella no hubiera usado eso en mí, – pero fue efectivo, como fue el hecho de que éramos superadas en número y en nivel. Incluso yo sabía que luchar sería inútil. La tensión dejó mi cuerpo, y sucumbí ante la derrota. Sintiendo mi resignación, el hombre se acercó, poniendo su atención en Lissa. Su cara estaba tranquila. Él le dedicó una reverencia y logró parecer grácil al hacerlo, lo que me sorprendió considerando su altura. “Mi nombre es Dimitri Belikov.” Dijo. Pude oír un pequeño acento ruso. “He venido para llevarla de vuelta a la Academia St. Vladimir, princesa.”Traducción por Ncullen & Jen | |
| | | Anna Ivashkov Admin·Dhamphir
Mensajes : 87 Puntos de experiencia : 4816 Popularidad : 2 Fecha de inscripción : 19/10/2011 Edad : 33 Localización : Buenos Aires, Argentina
Ficha de personaje Nombre: Aelizs Ivanov Raza: Dhampir principiante Año: 2do año
| Tema: Capítulo 2 Sáb Dic 10, 2011 7:37 pm | |
| Capítulo 2
A pesar de mi odio, tenía que admitir que Dimitri Beli-no se que, era más listo de lo que parecía. Después de que nos llevasen el aeropuerto, al jet privado de la Academia, nos vio cuchicheando y mandó que nos separásemos. "No las dejéis hablarse", le advirtió al guardia que nos escoltaba a la parte de atrás del avión. "Cinco minutos juntas y construirán un plan de fuga". Le lancé una mirada arrogante y salí refunfuñando por el pasillo. No importa el hecho de que estuviésemos planeando una fuga. Como era habitual, las cosas no salieron bien para nuestros héroes - o heroínas, en este caso. Puesto que estábamos en el aire, nuestras posibilidades de escapar se redujeron aún más. Aún suponiendo que pudiese suceder un milagro y que consiguiese noquear a los diez guardas aún tendríamos el problema de cómo salir del avión. Me imaginé que tendrían paracaídas a bordo, pero en el improbable caso de que supiese usar uno, todavía queda una pequeña cuestión de supervivencia, pues probablemente aterrizaríamos en algún lugar de las Montañas Rocosas. No, no conseguiríamos salir de este avión hasta que aterrizase, en Backwoods Montana. Entonces, tendría que pensar en algo, cualquier cosa que implicase saltarse la vigilancia mágica de la Academia y diez veces el número de guardas. Si. No hay problema. Aunque Lissa estaba sentada en frente del hombre ruso, su miedo volvía a zumbar en mí, golpeando en mi cabeza como un martillo. Mi preocupación por ella aumentaba mi furia. No podían llevarla de vuelta allí, no a ese lugar. Me pregunté si Dimitri vacilaría si sintiese lo que yo sentía, si supiese lo que yo sabía. Probablemente no. No le importaría. Sea como sea, sus emociones se hicieron tan fuertes, que durante un momento tuve la notable sensación de estar en su lugar - en su piel. Esto sucedía varias veces, y sin ningún aviso, ella me metía directamente en su cabeza. El fornido cuerpo de Dimitri se sentaba junto a mí, y mi mano - su mano - agarró una botella de agua. Él se inclinó hacia delante para agarrar algo, revelando seis pequeños símbolos tatuados en su cuello: marcas Molnija. Parecían dos dentados relámpagos que se cruzan formando una "X". Una por cada Strigoi que había asesinado. Por encima de ellas tenía una línea serpenteante, más o menos como una serpiente, que lo marcaba como un guardián. La marca del juramento. Parpadeando, luché contra ella y regresé a mi propia mente mientras hacia una mueca. Odiaba cuando eso ocurría. Sentir las emociones de Lissa era una cosa, pero meterse en su interior era algo que las dos despreciábamos. Ella lo veía como una invasión a su intimidad, por lo que normalmente no yo no solía contarle cuando esto sucedía. Ninguna podíamos controlarlo. Era otro efecto de la conexión, una conexión que ninguna de las dos entendíamos totalmente. Existen leyendas acerca de los vínculos psicológicos entre los Moroi y sus guardianes, pero ninguna de las historias mencionaba algo así. Lidiábamos con él de la mejor manera posible. Cerca del final del vuelo, Dimitri vino a donde yo estaba sentada y se intercambio el sitio con el guarda que estaba a mi lado. Me giré, mirando por la ventana distraídamente. Pasamos mucho tiempo en silencio. Finalmente, dijo, "¿Realmente nos ibas atacar a todos?" No le respondí. "Hacer eso... protegerla de esa manera - fue muy valiente". Hizo una pausa. "Estúpido, pero muy valiente. ¿Por qué lo intentaste? Lo miré, apartándome el pelo de la cara, así podría mirarlo a los ojos de igual a igual. "Porque yo soy su guardiana." Me giré de nuevo hacia la ventana. Después de otro momento de silencio, se levantó y regresó a la parte delantera del jet. Cuando aterrizamos, Lissa y yo no teníamos otra opción que dejar que los comandos nos llevasen a la Academia. Nuestro coche se detuvo en la puerta y el conductor habló con los guardias para cerciorarse de que no éramos Strigoi a punto de hacer una matanza. Después de un minuto, nos dejaron pasar por los pabellones hasta llegar a la Academia. Era alrededor de la puesta del sol – el comienzo del día para los vampiros - y el campus estaba envuelto en sombras. Probablemente se vería igual, dispersa y gótica. Los Moroi eran muy conservadores; y con ellos nunca se cambiaba nada. Esta escuela no era tan antigua como la de Europa, pero había sido construida siguiendo el mismo estilo. Edificios ostentosamente elaborados, de forma similar a la arquitectura de una iglesia, con altos picos y esculturas de piedra. Puertas de hierro forjado cerraban los pequeños jardines y las entradas de aquí y allá. Después de vivir en un campus universitario, tuve una nueva apreciación de lo mucho que este lugar se asemejaba más a universidad que a una típica escuela secundaria. Estábamos en la escuela secundaria, que se dividía en dos institutos, medio y superior. Cada uno fue construido alrededor de un patio abierto decorado con enormes caminos de piedra y árboles centenarios. Íbamos por el patio del instituto superior, en el cual había edificios académicos de un lado, mientras que los dormitorios de los dhampirs y el gimnasio estaban en el lado contrario. Los dormitorios de los Moroi se encontraban en el otro extremo, y en frente estaba el edificio administrativo, que también sirve a la escuela inferior. Los estudiantes más jóvenes vivían en el campus principal, más lejos hacia el oeste. Alrededor de todo el campus había espacio, espacio, y más espacio. Estábamos en Montana, después de todo, a kilómetros de distancia de una verdadera ciudad. Sentía el aire fresco en mis pulmones y olía como el pino y la humedad, la caída de la hoja. Enormes bosques rodeaban todo el perímetro de la Academia, y durante el día, se podían ver las montañas que se elevan sobre el horizonte. A medida que nos adentrábamos en la parte principal del colegio superior, me deshice de mi guardián y corrí hacia Dimitri. "Oye, Camarada." Siguió caminando y no me miró. "¿Ahora quieres hablar?" "¿Nos estás llevando a Kirova? "Directora Kirova", me corrigió. De su otro lado, Lissa me echó una mirada que decía, no te metas en problemas. "Directora lo que sea. Ella sigue siendo un vieja hipócrita – " Mis palabras murieron cuando los guardianes nos guiaron a través de una serie de puertas dobles – directamente a la zona común. Suspiré. ¿Estas personas eran realmente tan crueles? Debía de haber al menos una docena de formas de acceder a la oficina de Kirova, y nos estaban llevando directamente por el centro del área común. Era la hora del desayuno. Guardianes principiantes - dhampirs como yo - y Morois se sentaban juntos, comiendo y haciendo vida social, sus rostros resplandecían con cualquier chisme corriente que llamase la atención de la Academia. Cuándo entramos, el fuerte murmullo de las conversaciones se detuvo al instante, como si alguien le hubiese dado a un interruptor. Cientos de ojos se giraron hacia nosotros. Volví la mirada hacia mis antiguos compañeros de clase con una amarga sonrisa, tratando de ver si las cosas habían cambiado. No, no lo parecía. Camille Conta todavía se veía como una cursi, la perra perfectamente peinada que recordaba y que seguía siendo la autoproclamada líder de la real camarilla de Moroi de la Academia. Por otro lado, la prima torpe de Lissa, Natalie, nos miraba con ojos desorbitados, tan inocente e ingenua como antes. Y en el otro lado del salón... bueno, esto era interesante. Aarón. Pobre, el pobre Aarón, que sin duda tenía su corazón roto desde que Lissa se había ido. Estaba tan guapo como siempre - tal vez más – con aquella apariencia dorada que complementaba tan bien con la de ella. Sus ojos siguieron cada movimiento. Sí. Definitivamente, aún no lo había superado. Era triste, de verdad, porque Lissa nunca le había correspondido. Creo que ella había estado saliendo con el por que era lo que parecía que tenía que hacer. Pero lo que me pareció más interesante era que Aaron al parecer, había encontrado una manera de pasar el tiempo al no estar ella. A su lado, sosteniendo su mano, estaba una chica Moroi que parecía tener unos once años, pero que tenía que ser más mayor, a no ser que se hubiese convertido en un pedófilo en nuestra ausencia. Con pequeñas y rollizas mejillas y dorados tirabuzones parecía una muñeca de porcelana. Ella le agarró fuertemente la mano y le lanzó una mirada a Lissa tan llena de odio que me sorprendió. ¿Qué diablos fue eso? Que yo supiese ella no era nadie. Sólo una novia celosa, supuse. Aunque yo también me enfadaría si mi novio mirase a otra de esa manera. Nuestra pasarela de la vergüenza había terminado, a pesar de que nuestro nuevo rumbo - la oficina de la Directora Kirova - no mejoraba la situación. La vieja bruja estaba exactamente de la misma manera que recordaba, nariz puntiaguda y el pelo gris. Era alta y delgada, como la mayoría de los Moroi, y siempre me recordaba a un buitre. La conocía muy bien porque había pasado mucho tiempo en su oficina. La mayor parte de nuestra escolta nos dejó una vez que Lissa y yo nos sentamos, lo que hizo que me sintiese como una prisionera. Sólo Alberta, la capitana de los guardianes de la escuela, y Dimitri se quedaron. Tomaron posiciones a lo largo de la pared, viéndose estoicos y aterradores, así como requería su oficio. Kirova nos miró fijamente con ojos furiosos y comenzó a abrir su boca, a lo que no había ninguna duda, sería el mayor sermón de todos los tiempos. Una profunda voz delicada la interrumpió. "Valisia". Alarmada, me di cuenta de que había alguien más en la habitación. No la había notado. Un error para un guardián, incluso para uno novato. Con un gran esfuerzo, Víctor Dashkov se levantó de una silla en la esquina. Príncipe Victor Dashkov. Lissa se levantó de un salto y se fue corriendo hacia él, rodeando su frágil cuerpo con los brazos. "Tío", susurró ella. Sonaba como si estuviera al borde de las lágrimas, ya que reforzaba su abrazo. Con una pequeña sonrisa, le acarició suavemente la espalda. "No tienes idea de lo feliz que estoy al verte a salvo, Valisia". Él me miró. "Y tú también, Rose." Asentí en respuesta, tratando de ocultar lo conmovida que estaba. Había estado enfermo cuando no fuimos, pero esto – esto era horrible. Era el padre de Natalie, tenía alrededor de los cuarenta y pocos, pero aparentaba el doble de edad. Pálido. Débil. Con las manos temblando. Mi corazón se rompió al verlo. Con todas las horribles personas que había en el mundo no era justo que el padeciese una enfermedad que lo mataría joven y, en última instancia, le impediría convertirse en rey. Aunque no era técnicamente su tío - los Moroi utilizan términos familiares de forma muy imprecisa, especialmente la realeza - Víctor era un amigo íntimo de la familia de Lissa y había hecho todo lo posible para ayudarla después de la muerte de sus padres. Me gustaba, era la primera persona que me alegraba ver aquí. Kirova dejó que tuviesen unos minutos más y entonces, fríamente, acompañó a Lissa de vuelta a su lugar. Hora del sermón. Fue uno de los buenos - uno de los mejores de Kirova, lo que ya decía algo. Era una maestra en eso. Juró que tenía que ser la única razón para que ella fuese la directora de la universidad porque aún no había visto otras pruebas de que a ella realmente le gustasen los niños. El discurso abarcó los temas habituales: la responsabilidad de comportamiento temerario, egocentrismo... bla, bla, bla. Rápidamente me encontré divagando, pensando en las probabilidades que tenía de escapar por la ventana. Pero cuando la charla se dirigió a mí - bien, volví a la realidad. "Usted, Srta. Hathaway, rompió la más sagrada promesa de los nuestros: la promesa de un guardián de proteger a un Moroi. Es un gran acto de confianza. La confianza que usted violó egoístamente al sacar a la princesa de aquí. Los Strigoi amarían acabar con los Dragomir, y usted casi se la brinda en bandeja". "Rose no me secuestró". Dijo Lissa antes de que yo pudiera hablar, su voz y su rostro estaban serenos, a pesar de sus incómodos sentimientos. "Yo quería irme. No la culpe". La Sra. Kirova nos chistó y anduvo por la oficina, con las manos entrelazadas en su estrecha espalda. "Srta. Dragomir, por lo que sé, usted puede haber sido la que orquestó todo el plan, pero era responsabilidad de ella asegurarse de que no lo harías. Si hubiese cumplido con su deber, se lo hubiera dicho a alguien. Si hubiese cumplido con su deber, te hubiese mantenido a salvo." Perdí el control. "Cumplí con mi deber!" Grité, levantándome de la silla. Dimitri y Alberta, dudaron, pero me dejaron en paz, porque no estaba tratando de golpear a nadie. Todavía. "La mantuve a salvo! La he mantenido a salvo cuando ninguno de ustedes - hice un amplio gesto alrededor de la sala - podría hacerlo. La saqué de aquí para protegerla. Hice lo que tenía que hacer. Ciertamente ustedes no lo harían." Debido a nuestra conexión, podía sentir a Lissa enviándome mensajes tranquilizadores, intentando que la rabia no se apoderase de mí. Era demasiado tarde. Kirova me enfrentó, su rostro inexpresivo. "Srta. Hathaway, perdóname por no comprender la lógica de qué sacarla de un ambiente protegido y mágicamente asegurado es protegerla. A menos que haya algo que usted no me esté contado. " Me mordí el labio. "Ya veo. Bien. En mi opinión, el único motivo por el que te has ido- más allá de la novedad que ese hecho envuelve, sin duda - fue evitar las consecuencias de aquel horrible y destructivo acto que hiciste antes de desaparecer. " "No, eso no -" "Y eso solo hace que mi decisión sea aún más fácil. Como Moroi, la princesa debe continuar aquí en la Academia por su propia seguridad, pero no tenemos ninguna obligación contigo. Se te enviará fuera tan pronto como sea posible". Mi audacia se agotó. "Yo... ¿qué? " Lissa se puso a mi lado. "No puedes hacer eso! Ella es mi guardiana". "No lo es, sobre todo porque no es una guardiana. Todavía es una principiante". "Pero mis padres -" "Sé lo que tus padres querían, Dios bendiga sus almas, pero las cosas cambiaron. La Srta. Hathaway es prescindible. No merece ser una guardiana, y se irá. " Miré a Kirova, incapaz de creer lo que estaba escuchando. "¿A dónde me va a mandar? ¿Con mi madre a Nepal? ¿Sabe, al menos ella que he estado ausente? ¿O tal vez me va a enviar con mi padre? " Sus ojos se redujeron en respuesta a mi última palabra. Cuando hablé nuevamente, mi voz estaba tan tranquila que apenas me reconocí. "O quizás usted está tratando de echarme para que sea una prostituta de sangre. Inténtelo, y nos habremos ido antes de que finalice el día. " "Srta. Hathaway, " silbó," usted está actuando indebidamente. "Ellas tienen un vínculo." La voz fuerte y acentuada de Dimitri rompió la fuerte tensión y todos lo observamos. Creo que Kirova había olvidado que el estaba allí, pero yo no. Su presencia era muy poderosa para ser ignorada. Aún estaba contra la pared, como un centinela cowboy con su ridículo y largo abrigo. Me miró a mí, no a Lissa, sus oscuros ojos me estaba mirando fijamente. "Rose sabe lo que Vasilia siente. ¿No? " Al menos tuve la satisfacción de ver como Kirova era pillada con la guardia baja, por que no dejaba de mirarnos a nosotras y a Dimitri. "No... eso es imposible. Eso no ocurre desde hace siglos. " "Es obvio", dijo. "Lo sospeche tan pronto como las vi." Ni Lissa ni yo respondimos y yo desvié mi mirada de la suya. "Es una bendición", murmuró Victor desde su esquina. "Algo excepcional y maravilloso." "Los mejores guardianes siempre tuvieron ese vínculo", dijo Dimitri. "En las historias." La indignación de Kirova regresó. "Historias que tienen varios siglos de antigüedad", exclamó. "Seguramente usted no esta sugiriendo que la dejemos quedar en la Academia después de todo lo que ha hecho" Se encogió de hombros. "Puede ser salvaje e irrespetuosa, pero si tiene potencial -" "Salvaje e irrespetuosa?" le interrumpí. "De todos modos, ¿quién demonios eres tu? Ayuda subcontratada? "El Guardián Belikov es el guardián de la princesa ahora", dijo Kirova. "Su guardián autorizado." "¿Contrató mano de obra barata extranjera para proteger a Lissa?" Estaba mal que yo dijese eso - en particular porque la mayoría de los Moroi y sus guardas eran descendientes de los rusos o rumanos -, pero el comentario en ese momento me pareció mas ingenioso de lo que realmente fue. Y no era como si yo pudiese hablar. Puedo haber nacido en América, pero mis padres nacieron en el extranjero. Mi madre dhampir era escocesa - pelirroja y con un acento ridículo - y me dijo que mi padre Moroi era turco. Esa combinación genética me habían dado una piel del mismo color que el interior de una almendra, justo como me gustaba pensar, que eran las características de una princesa semiexótica del desierto: grandes ojos oscuros y el pelo de un color marrón tan oscuro que normalmente parecía ser negro. No me habría importado heredar el color de pelo rojo, pero me conformo con el que tengo. Kirova levantó sus manos mostrando su irritación y se dirigió a él. "¿Lo ves? ¡Totalmente indisciplinada! Ni con todos los vínculos y todo el potencial del mundo se podría compensar esto. Un guardián indisciplinado es peor que no tener un guardián". "Pues entonces, enséñele disciplina. Las clases acaban de comenzar. Regrésela y que comience su entrenamiento de nuevo. " "Imposible. Se quedará detrás de sus compañeros. " "No, no lo haré", dije. Nadie me escuchó. "Entonces tendrá que recibir sesiones extra", dijo. Mientras continuaban, los demás mirábamos el intercambio como si fuese una partida de Ping-Pong. Mi orgullo todavía estaba herido acerca de la facilidad con la que Dimitri nos había engañado, pero me repetí que el podría conseguir que me quedase aquí con Lissa. Mejor quedarse en este horrible lugar que irme sin ella. Debido a la conexión, sentí su hilo de esperanza. "¿Y quién va a pasar con ella ese tiempo extra?" exigió Kirova. "¿Usted?" El argumento de Dimitri hizo una parada repentina. "Bueno, eso no era lo que yo -" Kirova cruzó los brazos con satisfacción. "Sí. Eso es lo que pensaba. " Viendo que claramente estaba perdiendo, frunció las cejas. Sus ojos pasaron rápidamente de Lissa a mí y me pregunté lo que vio. ¿Dos chicas patéticas con grandes ojos suplicantes? ¿O dos prófugas que habían cruzado la fuerte seguridad de la escuela y que habían gastado la mitad de la herencia de Lissa? "Sí", dijo finalmente. "Puedo enseñar a Rose. Recibirá clases extra además de las normales". "¿Y luego qué?" Replicó Kirova furiosamente. "¿Se queda aquí sin recibir un castigo?" "Busque otra forma de castigarla", dijo Dimitri. "El número de guardianes se ha reducido mucho para arriesgarnos a perder otro mas. Sobre todo a una chica. " Las palabras que no había dicho me hicieron temblar, recordándome la declaración que yo había echo anteriormente sobre “las putas de sangre". Pocas chicas dhampir se han convertido en guardas. De repente Victor habló desde su esquina. "Estoy de acuerdo con el Guardián Belikov. Echar a Rose sería vergonzoso, un desperdicio de talento. " La Sra. Kirova miraba fijamente por la ventana. Estaba completamente oscuro en el exterior. Con el programa nocturno de la Academia, mañana y tarde era términos relativos. Eso, y que habían pintado las ventanas para bloquear el exceso de luz. Cuando se giró, Lissa encontró sus ojos. "Por favor, Sra. Kirova. Deje quedarse a Rose". ¡Oh!, Lissa, pensé. Ten cuidado. Usar la coacción con otro Moroi era peligroso – sobre todo si había testigos. Pero Lissa, solo estaba usando un poco, y necesitábamos toda la ayuda que pudiésemos recibir. Afortunadamente, nadie parecía notar lo que estaba sucediendo. Ni siquiera sabía si la coacción estaba haciendo efecto, pero, finalmente, Kirova asintió. "Si la Sra. Hathaway se queda, estas son las condiciones. " Se dirigió a mí. "Su matricula en la St. Vladimir está en periodo de prueba. Sálgase una vez del camino, y estará fuera. Asistirás a todas las clases y entrenamientos exigidos a los principiantes de tu edad. También entrenarás con el Guardián Belikov en cada momento que tengas - antes y después de las clases. Además, tienes prohibido asistir a todos los eventos sociales, excepto las comidas y te quedarás en tu dormitorio. Si no cumples con alguna de estas cosas, se te echará. " Reí ásperamente. "¿Tengo prohibido participar en cualquier evento social? ¿Está intentado mantenernos separadas?" Hice un gesto con la cabeza señalando a Lissa. "¿Tiene miedo de que nos fuguemos nuevamente?" "Estoy tomando precauciones. Estoy segura de que recuerdas, que nunca fuiste castigada por destruir las propiedades de la escuela. Tienes mucho que compensar." Sus delgados labios se apretaban formando una línea recta. "Se te está ofreciendo una propuesta muy generosa. Sugiero que no dejes que tu actitud ponga en peligro la misma". Empecé a decir que no era nada generosa, pero entonces me encontré con la mirada de Dimitri. Era difícil de leer. Podría estar diciéndome que creía en mí. Podría estar diciéndome que era una idiota por seguir luchando con Kirova. No lo sabía. Desviando su mirada por segunda vez en esta reunión, miré al suelo, era consciente de la presencia de Lissa, que estaba mi lado y de su propio coraje que me estaba quemando por la conexión. Por último, suspiré y miré de nuevo a la directora. "Muy bien. Acepto". | |
| | | Anna Ivashkov Admin·Dhamphir
Mensajes : 87 Puntos de experiencia : 4816 Popularidad : 2 Fecha de inscripción : 19/10/2011 Edad : 33 Localización : Buenos Aires, Argentina
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| Tema: Re: Lectura online Sáb Dic 10, 2011 7:44 pm | |
| Capítulo 3
Nos mandaron directos a nuestras aulas después de la reunión, me pareció muy cruel, más fue lo que hizo Kirova. Lisa fue conducida lejos, y yo la atendí antes de ir, satisfecha con que se me permitiese leer su temperatura emocional. La verdad, primero me llevaron con un orientador. El era un anciano Moroi, me acordaba de él, de cuando había estado aquí. Sinceramente pensaba que ya no estaría en la escuela. Era tan viejo, tenía que haberse jubilado. O muerto. La visita duró unos cinco minutos. No me habló de mi regreso tan solo me hizo algunas preguntas sobre mis clases en Chicago y Pórtland. Las comparó con las de mi viejo registro y me entregó un nuevo horario. Lo pegué con tristeza y me dirigí a mi primera clase. Horario: 1º Técnicas de combate avanzado para guardianes. 2º Teoría de guarda-costas y protector personal 3 3º Musculatura y condición física. 4º Artes lingüísticas de 3º año (aprendices) -Comida- 5º Comportamiento y fisiología animales 6º Pre-cálculo 7º Cultura Moroi 4 8º Artes eslavas
Agh. Había olvidado como de largos eran los días en la Academia. Aprendices y Morois tenían aulas separadas el la primera mitad del día, lo que significaba que no vería a Lissaaté hasta después de la comida- si tuviéramos alguna clase juntas por la tarde. La mayoría de las clases eran de 3º , entonces sentí que mis posibilidades eran buenas. Artes Eslavas me impresionó por que era una de esas opciones a las que nadie se apuntaba y después iba todo el mundo. Dimitri y Alberta me escoltaron hasta el gimnasio donde tenía mi primera clase, ninguno de los dos parecieron reconocer mi existencia. Andando detrás de ellos vi que ella tenía el pelo corto y en su nuca la marca de la promesa y las marcas molnija. Ahora no me importaba mucho por que mi nuca no tenía tatuajes, mas yo nunca me cortaría el pelo. Ella y Dimitri andaron de lado a lado casi como si fuera un día normal. Cuando llegamos las reacciones de mis colegas me indicaron que no era nada de eso. Todas las miradas estaban puestas en mí. No sabría decir si me sentía como una estrella de rock o como una aberración del circo. Ok, entonces si yo me iba a quedar por un tiempo no podía actuar como si les tuviese miedo. Antes, Lissa y yo teníamos el respeto de esta escuela, y ya era hora de que les recordara esto. Busqué algún rostro familiar, la mayoría eran chicos. Uno de ellos atrajo mi atención y casi se me escapa una risilla. -Hey Mason, enjuágate la baba de la cara. Si vas a imaginarme desnuda, hazlo en el lugar apropiado- Algunas risillas quebraron el temeroso silencio, e Mason Ashford despertó de su atontamiento y me dirigió una sonrisa torva. Con aquel pelo rojo arrogante escapándose desordenadamente, él era bonito, mas no superguapo. Él era una de las personas más divertidas que conocía. Él y yo éramos buenos amigos antiguamente. -Este es mi turno, Hathaway. Yo estoy conduciendo la lección de hoy- .-Oh, si?-repliqué- Hum. Bien, yo pienso que este es el momento de pensar en mi desnuda, entonces- -Siempre es buen momento para imaginarte desnuda- dijo una voz. Eddie Castile. También era uno de mis antiguos amigos. Dimitri balanceó la cabeza y dijo algo en ruso que no sonaba muy gentil. Bien, en cuanto a mí, ya me había convertido en un aprendiz de nuevo. Este grupo era uno relajado, menos preocupado en el linaje y en la política que la mayoría de los Moroi. Rápidamente estaba rodeada por los chicos y chicas que me preguntaban que había estado haciendo durante este tiempo. Un guardián mayor le llamó la atención a Mason y este gritó la orden de empezar a hacer unos ejercicios. -Bueno, haber que sabes hacer- me dijo. Una hora después tenía su respuesta. -No has estado practicando, no? -Own- gemí incapaz de proferir otra palabra. Él me tendió una mano y me ayudó a levantarme del tapiz en el que me había derrumbado unas quince veces. -Te odio- le dije mientras me frotaba la rodilla. -Pero me odiarías más si me contuviese, no?- respondió con una sonrrisa. -Sí, eso es verdad- concedí. -En verdad lo hiciste bien. -Lo que?- dije incrédula. -Bien, pasaste dos años sin entrenar, eso es mucho es lógico que estés así. Míralo por el lado bueno, por lo menos puedes andar.- dijo con una sonrisa malvada. -Mencioné ya que te odio? Él me dio otra sonrisa- No te enfades… Tu eres una luchadora, pero no tienes posibilidad de hacer los exámenes de primavera.. -Ellos me pusieron clases extra, voy a estar preparada. -Quien te va a dar las clases extra? -Dimitri. Mason paró de andar y me miró-Fuiste asignada a Daí para que te diese clases extras? -Sí, y lo de Daí. -Daí por que es un dios. -Exagerando mucho? -No, el es un Dios, normalmente él es bastante antisocial, pero en la lucha wow…Si piensas que ahora estás mal cuando él acabe contigo vas a estar muerta. Bien, una cosa más de que preocuparme. Yo me fui para mi siguiente aula, era la clase de técnicas teóricas para los guardianes de 3º. Esperaba que estar en el mundo real protegiendo a Lissa me diera alguna ventaja. Cuando entré en el aula me senté y descubrí a Dimitri en el fondo de la clase. -Pero que tenemos aquí, que privilegio tenerla aquí Hathaway- dijo el profesor Stan, era un sujeto imponente. -Bueno si tiene la amabilidad me va a ayudar a dar la clasedijo- Veamos, debo suponer que usted utilizaba alguna técnica para proteger a Lissa, no? -Mm... técnicas? -Sí, cosas como dormir por el día para vigilar por la noche, esas cosas ya las dimos, pero espere usted no estaba aquí, como iba a saberlo?, Me está diciendo que se escapó con la realeza y que no tomó usted ninguna medida de protección? De nuevo el mismo discurso que Kirova, salvo que, con más testigos. "Nunca nos encontramos con un Strigoi", contesté rígidamente. "Obviamente", dijo con una sonrisa. "Me di cuenta de eso al ver que sigues viva". Quería gritarle que tal vez podría haber derrotado a algún Strigoi, pero después de haber recibido una paliza en la clase anterior, tuve ahora la sospecha de que no podría sobrevivir a un ataque de Mason, y mucho menos al ataque de un Strigoi de verdad. Como no dije nada, Stan comenzó a caminar por delante de la clase. "Entonces, ¿qué hiciste? ¿Cómo te aseguraste de que permaneciese segura? ¿Evitaban salir de noche? " "A veces". Eso era cierto - especialmente los primeros día después de huir. Nos relajamos un poco después de unos meses sin ningún ataque. "A veces", dijo alzando la voz, haciendo que mi respuesta sonase totalmente ridícula. "Bueno, supongo que dormías de día y hacías guardia por la noche. " "Err... no ". "¿No? Pero esta es una de las primeras cosas que se menciona en el capítulo sobre la vigilancia en solitario. ¡Oh, espera, no sabías eso por que no estabas aquí". Me tragué mis palabras. "Vigilaba el área siempre que salíamos", le dije, necesitando defenderme. "Oh? Eso ya es algo. ¿Que utilizó, El Método de Vigilancia de Cuadrante de Carnegie o la Revisión Rotatoria? No dije nada. "Ah. Creo que usaste el método Hathaway, Vistazo- Alrededor-Cuando-Me-Acuerde. " "¡No!" Exclamé irritada. "Eso no es cierto. La vigilé. Está viva, ¿verdad? Caminó de vuelta a mí y se inclinó. "Por que tuvisteis suerte". "Los Strigoi no están a la espera en cada esquina," le contesté "No es como lo que hemos aprendido. Es más seguro de lo que lo hacen ver". "¿Seguro? ¿Seguro? Estamos en guerra con los Strigoi! ", Gritó. Pude oler en su aliento el café de tan cerca que estaba. "Uno podría acercarse a ti y romper tu precioso cuello, incluso antes de que lo vieras - y ni tan siquiera tendrá que sudar para hacerlo. Puedes ser más rápida y fuerte que un Moroi o un humano, pero no eres nada, nada en comparación con un Strigoi. Ellos son peligrosos y mortíferos. ¿Y sabes lo que los hace tan fuertes? " De ninguna manera iba a dejar que este imbécil me hiciese llorar. Aparté mi mirada de él, intentado enfocar mi mirada en cualquier otra cosa. Mis ojos se encontraron con Dimitri y los demás guardianes. Con los rostros impasibles, asistían a mi humillación. "Sangre Moroi", susurré. "¿Qué fue eso?" Stan pidió más alto. "No te he escuchado". Me giré para encararlo. "La sangre Moroi! La sangre Moroi los hace más fuertes." Asintió con satisfacción y dio algunos pasos atrás. "Sí. Eso es. Se hacen más fuertes y más difíciles de destruir. Matan y beben de los seres humanos o dhampirs, pero quieren sangre Moroi por encima del resto. Es lo que buscan. Acudieron al lado oscuro para obtener la inmortalidad, y harán cualquier cosa para mantener esa inmortalidad. Strigoi desesperados ya atacaron a Morois en público. Grupos de Strigoi ya han invadido Academias como esta. Existen Strigoi que han vivido durante varios siglos y se han alimentado de varias generaciones de Morois. Es casi imposible matarlos. Son la causa de la disminución de los Moroi. No son lo suficientemente fuertes - incluso con guardianes - para protegerse. Algunos Moroi no ven sentido ninguno en huir y simplemente se entregan a los Strigoi. Y cuantos más Moroi desaparecen... " "...mas dhampirs desaparecen", terminé. "Bien", dijo, lamiendo la saliva que tenía en los labios. "Parece que has aprendido algo después de todo. Ahora tenemos que ver si puedes aprender lo suficiente como para aprobar esta materia y clasificarte para la parte práctica del semestre que viene." Ouch. Me pasé el resto de la horrible clase - por suerte, en mi lugar – repasando aquellas últimas palabras en mi mente. La parte práctica del tercer año era la mejor parte del entrenamiento de un aprendiz. No teníamos clase la mitad del semestre. En lugar de ello, cada uno era asignado a un estudiante Moroi a quien debería proteger y seguir por ahí. Los Guardianes adultos nos vigilarían y nos pondrían pruebas, como ataques sorpresa y otras amenazas. Como aprendiz la parte práctica era casi tan importante como todas las clases juntas. Su resultado influiría en la designación del Moroi al que protegeríamos después de la graduación. ¿Y yo qué? Solo había una Moroi a la que quería proteger. Dos clases más tarde, finalmente obtuve mi descanso del desayuno. Mientras salía disparada por el campus hacía la zona común, Dimitri empezó a caminar junto a mí, no parecía especialmente divino - a menos que contases su belleza sobrehumana. "Supongo que has visto lo que sucedió en la clase de Stan?" Le pregunté, sin preocuparme por los títulos. "Sí" "¿Y no piensas que fue injusto?" "¿Tenía razón? ¿Crees que está plenamente preparada para proteger a Valisia? " Miré el suelo. "La mantuve viva", murmuré. "¿De la misma forma en que luchaste con tus compañeros hoy?" Era una mala pregunta. No le respondí y sabía que no era necesario. Había tenido otra clase de entrenamiento después de la de Stan, y sin duda Dimitri había visto como me daban otra paliza. "Si no puedes luchar contra ellos -" "Sí, sí, lo sé", le corte. Redujo su larga marcha para ajustarse a mi lento caminar. "Eres fuerte y rápida por naturaleza. Sólo tienes que permanecer entrenada. ¿No practicaste algún tipo de deporte mientras estabas fuera? " "Claro," Me encogí de hombros. "De vez en cuando". "¿Formaste parte de algún equipo?" "Demasiado trabajo. Si quisiese practicar tanto me hubiese quedado aquí". Me dio una mirada enojada. "Nunca serás capaz de proteger a la princesa si no perfeccionas tus habilidades. Siempre te quedarás atrás". "Voy a ser capaz de protegerla", dije ferozmente. "No tienes ninguna garantía de que seas asignada a ella, ya lo sabes – en las practicas o después de la graduación." La voz de Dimitri era baja y sin remordimientos. No le habían asignado un mentor agradable y amistoso. "Nadie quiere romper la conexión - pero tampoco le asignarán un guardián inadecuado. Si quieres quedarte con ella, entonces tendrás que esforzarte. Tienes las clases y me tienes a mí. Quieras o no. Eres la elección ideal para proteger a la Valisia cuando las dos se gradúen – si consigues demostrar que eres digna. Espero que lo consigas. " "Lissa, se llama Lissa" Lo corregí. Ella odiaba su nombre completo, y prefería su nombre americanizado. Cuando él se fue, de repente, ya no me sentí con tan mal humor. Había perdido mucho tiempo desde que salí de clase. Casi todos los demás ya estaban en la zona común para el almuerzo, deseosos de aprovechar al máximo su tiempo social. Yo misma casi estaba apunto de volver allí cuando una voz por detrás de una puerta entreabierta me llamó. "¿Rose?” Mirando en la dirección de la voz, vi a Víctor Dashkov, su amigable rostro sonriéndome al mismo tiempo que apoyaba en un bastón cerca de la pared del edificio. Sus dos guardianes estaban cerca, pero a una distancia cortés. "Sr. Dash-er, Su Alteza. Hola". Me corregí a tiempo, casi había olvidado los términos de la realeza Moroi. No los había usado cuando habíamos vivido con los humanos. Los Moroi escogen a su rey de entre las doce familias reales. El primogénito de la familia obtenía el título de "príncipe" o "princesa". Lissa ganó ese título porque era la única que quedaba viva de su linaje. "¿Cómo fue tu primer día?", Preguntó. "Aún no ha acabado," Traté de pensar en algo para hablar. "¿Se va a quedar unos días de visita?" "Me iré esta tarde después de haber pasado a saludar a Natalie. Cuando me enteré de que la Valisia – y tú - habíais regresado, simplemente quise venir a verlas. " Hice un gesto con la cabeza, sin saber qué decir. Él era más amigo de mi Lissa que mío. "Quería decirte..." Dijo de forma vacilante. "Entiendo la gravedad de lo que hiciste, pero creo que la Directora Kirova falló al no reconocer una cosa. Mantuviste a Valisia a salvo todo ese tiempo. Eso es impresionante. " "Bueno, no es como si me hubiese enfrentado a los Strigoi o algo", le dije. "¿Pero te enfrentaste a alguna cosa?" "Claro. Una vez la Academia mandó psi-Hounds". "Extraordinario". "No realmente. Evitarlas fue muy fácil". Se rió. "Cacé con ellas alguna vez. No son tan fáciles de engañar, no con su fuerza e inteligencia." Eso es cierto. Las Psi-Hounds eran una de las muchas especies de criaturas mágicas que vagaban por el mundo, criaturas que los seres humanos no sabían que existían. Los Hounds viajaban en manadas y compartían una especia de comunicación psíquica que los hacían totalmente mortales para sus presas -, también lo hacia el hecho de que ellos se parecían a lobos mutantes. "¿Te enfrentaste a alguna otra cosa?" Me encogí de hombros. "Pequeñas cosas." "Extraordinario", repitió. "Suerte, supongo. Parece que estoy bastante atrasada en todo esto de ser guardián." Acababa de sonar igual que Stan. "Eres una chica inteligente. Te pondrás al día. Y también tienes esa conexión". Desvié la mirada. Mi capacidad de "sentir" a Lissa había sido un secreto durante tanto tiempo, que era extraño que otras personas lo supiesen. "La historia está llena de relatos de guardianes que podían sentir cuando sus cargos estaban en peligro." Continuó Víctor. "Desarrollé el hobby de estudiar eso y algunas de las costumbres antiguas. He escuchado que se trata de una enorme ventaja." "Creo que sí." Me encogí de hombros. Vaya hobby más aburrido pensé, imaginándomelo leyendo atentamente historias pre-históricas en una biblioteca húmeda llena de telarañas. Víctor inclinó la cabeza, su rostro lleno de curiosidad. Kirova, y los otros habían tenido esa misma expresión cuando mencionamos nuestra conexión, como si fuésemos ratas de laboratorio. "¿Cómo es- si no te incomoda mi pregunta?" "Es... No lo sé. Es como un zumbido que me dice siempre como se siente. Por lo general, sólo son emociones. No podemos enviarnos mensajes o algo así." No le conté que a veces me deslizaba en su mente. Esta parte era incluso más difícil de comprender, incluso para mí. "¿Pero no funciona en forma inversa? ¿Ella no puedo sentirte? " Negué con la cabeza. Su rostro se iluminó maravillado. "¿Cómo sucedió?" "No sé", le dije, desviando aún la mirada. "Simplemente se que comenzó hace dos años". Frunció el ceño. "¿Cerca del momento del accidente?" Vacilante, asentí. El accidente era un tema que no quería tocar. Los recuerdos de Lissa ya eran lo suficientemente malos sin tener que sacar a relucir los míos. Metal retorcido. Una sensación de calor, después de frío, luego caliente de nuevo. Lissa gritándome, gritando para que me despertase, gritando para que sus padres y su hermano se despertasen. Ninguno lo hicieron, sólo yo. Y los médicos dijeron que era un milagro en sí mismo. Aparentemente, al ver mi malestar, Víctor dejó el tema y volvió a su entusiasmo inicial. "Aún no puede creerlo. Hace tanto tiempo que eso no ha pasado. Si ocurriese más a menudo... piensa sólo en lo que eso podría hacer en la seguridad de los Moroi. Si, al menos, otros pueden experimentarlo también. Tengo que hacer más investigación y ver si a otros les sucede lo mismo. " "Si." Estaba impaciente, no importaba cuánto me gustase. Natalie hablaba mucho, y estaba bien claro de quien había heredado esa cualidad. El tiempo del desayuno se estaba acabando, y aunque los aprendices y los Moroi compartían las clases de la tarde, Lissa y yo no tendríamos mucho tiempo para hablar. "Tal vez podríamos-" Empezó a toser, un gran ataque lo dominó haciendo que todo su cuerpo temblase. Su enfermedad, el Síndrome de Sandovsky, atacaba sus pulmones mientras arrastraba el cuerpo hasta la muerte. Le lancé una mirada ansiosa a sus guardianes, y un dio un paso adelante. "Su Alteza", dijo amablemente, "usted debe entrar. Hace mucho frío aquí". Víctor asintió. "Sí, sí. Y estoy seguro de que Rose quiere comer". Se dirigió a mí. "Gracias por hablar conmigo. No puedo dejar de subrayar lo mucho que significa para mí que Valisia esté a salvo - y tú ayudaste con eso. Le prometí a su padre que cuidaría de ella si algo le sucediese, y sin embargo me sentí como un completo fracasado cuando se fueron. " Sentí como si mi estomago se contrajese cuando me lo imaginé sumido por la culpa y la preocupación cuando desaparecimos. Hasta ahora, nunca había pensado en como se habían sentido los demás cuando nos marchamos. Nos despedimos, y finalmente llegué a la escuela. Cuando entré, sentí como la ansiedad de Lissa aumentaba. Ignorando el dolor en mis piernas, apresuré mis pasos hasta la zona común. Y casi tropiezo en ella. Pero ella no me había visto. Ni las personas que estaban a su alrededor: Aarón y aquella muñequita. Me detuve y escuché, captando sólo el final de la conversación. La chica estaba inclinada hacia Lissa, que se veía más sorprendida que cualquier otra cosa. "A mí me parece como algo que provenía de una venta de objetos usados. Pensé que una Dragomir tendría cierto nivel." Remarcó con desbordante burla la palabra Dragomir. Agarrando a la niña muñeca por el hombro, la empujé alejándola. Ella era tan ligera, que salió disparada un metro y casi se cayó. "Ella tiene nivel", le dije, "y esa es la razón por la que ya has terminado de hablar con ella." | |
| | | Anna Ivashkov Admin·Dhamphir
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Ficha de personaje Nombre: Aelizs Ivanov Raza: Dhampir principiante Año: 2do año
| Tema: Capítulo 4 Sáb Dic 10, 2011 8:00 pm | |
| Capítulo 4
Esta vez gracias a Dios, nadie nos prestó atención, pero algunas personas que pasaban caminando se detuvieron a mirar. "¿Qué diablos crees que estás haciendo?" Preguntó la Chica Muñeca, sus grandes ojos azules estaban brillando con furia. Ahora, al tenerla cerca, tuve una mejor visión de ella. Tenía la misma tez magra de la mayoría de los Moroi, pero no su altura normal, que era parte del motivo de que pareciese tan joven. El pequeño vestido púrpura que llevaba era hermoso – lo que me recordaba que yo estaba vestida con ropas de segunda mano - pero una inspección más atenta me hizo pensar que era una falsa imitación de algún diseñador. Crucé mis brazos. "¿Estás perdida, niña? La escuela primaria está en el lado oeste del campus". Un rubor de color rosa le coloreó las mejillas. "Nunca más me vuelvas a tocar. Si me jodes a mí, yo te haré lo mismo." ¡Oh hombre, qué oportuna era. El oportuno movimiento de cabeza de Lissa me impidió soltarle unos cuantos comentarios. En cambio, opté por la simple fuerza bruta, por así decirlo. "Y si tu te vuelves a meter con nosotras, te romperé en dos. Si no lo crees, pregúntele a Dawn Yarrow que le hice a su brazo en octavo grado. Probablemente tú deberías estar tomando la siesta* cuando sucedió. " * En el jardín de la infancia en los Estados Unidos "la siesta", es después del almuerzo, cuando les dan de comer a los bebes. El incidente con Dawn no fue uno de mis mejores momentos. La verdad es que no esperaba romperle ningún hueso cuando la empuje contra el árbol. Sin embargo, el incidente me había dado una mala reputación, además de la de sabelotodo. La historia había adquirido un estatus legendario, y me gustaba imaginar que todavía se contaba alrededor de las fogatas al anochecer. A juzgar por la mirada en el rostro de la muchacha, así seguía siendo. Un miembro de la patrulla dio una vuelta justo en ese momento, lanzándonos una mirada de sospecha a nuestra reunioncilla. La Chica Muñeca se alejó, agarrando a Aaron por el brazo. "Ven", le había dicho. "Hey, Aaron", le dije alegremente, recordando que él estaba allí. "Fue bueno verte de nuevo. " Me saludó rápidamente y me dio una sonrisa incómoda, mientras que la niña lo arrastraba alejándolo. El viejo y bueno de Aaron. Podía ser agradable y guapo, pero no era agresivo. Me giré hacia Lissa. "¿Estás bien?" Asintió con la cabeza. "¿Alguna idea de quién es la persona que acabo de amenazar?" "Ninguna." Comencé a conducirla a la cola para el almuerzo, pero ella negó con la cabeza. "Tengo que ir a ver los alimentadores". Una sensación graciosa me atravesó. Me había acostumbrado a ser su fuente principal de sangre y volver a la rutina normal de los Moroi parecía extraño. De hecho, casi me molestó. No debería. Las alimentaciones era parte de la vida cotidiana de un Moroi, una cosa que no pude ofrecerle cuando nos marchamos de allí. Había sido una situación incómoda, una que a mí me dejaba débil en los días de alimentación y a ella en los días entre ellos. Debía de estar feliz por que ella volviese a la normalidad. Forcé una sonrisa. "Claro." Caminamos a la habitación de los alimentadores, que estaba al lado de la cafetería. Estaba hecha de pequeños cubículos, que separaba el lugar en un intento de proporcionar privacidad. Una mujer Moroi de cabellos oscuros nos recibió en la entrada y miró detenidamente en su portafolio, pasando las páginas. Cuando encontró lo que buscaba, hizo algunas anotaciones y luego hizo un gesto para que Lissa la acompañara. Me dio una mirada confusa, pero no me impidió la entrada. Nos guió a uno de los cubículos donde una mujer regordeta de mediana edad estaba sentada ojeando una revista. Levantó la vista al sentir nuestra presencia y sonrió. En sus ojos, pude ver la mirada soñadora y vidriosa que la mayoría de los alimentadores tenía. Probablemente ya casi había alcanzado su cuota del día, a juzgar por el subidón que tenía. Al reconocer a Lissa, amplió su sonrisa. "Bienvenida de nuevo, princesa". La recepcionista nos dejó, y Lissa se sentó en la silla junto a la mujer. Sentí un sentimiento de malestar en ella, un poco diferente al mió. Después de tanto tiempo también era extraño para ella. La alimentadora, sin embargo, no tenía esas reservas. Una mirada hambrienta cruzó su rostro - como un drogadicto que estaba a punto de recibir una nueva dosis. Un sentimiento de horror cayó sobre mí. Era un viejo instinto, uno que había sido trabajado a través de los años. Los alimentadores son esenciales para la vida de los Moroi. Eran seres humanos que voluntariamente se habían propuesto ser una fuente regular de sangre, humanos que estaban al margen de la sociedad que dan su vida al mundo secreto de los Moroi. Ellos estaban bien cuidados y tenían todas las comodidades que pudiesen necesitar. Pero en esencia, eran como drogadictos, adictos a la saliva de los Moroi y a la adrenalina que sentían en cada mordida. Los Moroi - y los guardianes - despreciaban esta dependencia, a pesar de que los Moroi no sobrevivirían sin ella, a menos que los obligasen por la fuerza. La hipocresía en su nivel más alto. La alimentadora inclinó su cabeza, dando a Lissa total acceso a su cuello. Su piel estaba marcada por cicatrices de años de mordidas diarias. Las infrecuentes alimentaciones que Lissa y yo habíamos hecho mantuvieron mi cuello limpio; las marcas de las mordidas no duraban más de un día o dos. Lissa se inclinó ligeramente hacia adelante, los colmillos mordiendo la dócil piel de la alimentadora. La mujer cerró los ojos, haciendo un suave sonido de placer. Tragué fuertemente, observando a Lissa beber. No vi sangre, pero podía imaginármela. Una oleada de emociones surgió en mi pecho: Deseo. Celos. Desvié mi mirada, mirando firmemente el suelo. Mentalmente me regañé. ¿Cuál es tú problema? ¿Por qué lo estás echando de menos? Solo lo hacías una vez al día. No eres una adicta, no eres como ella. Y no lo quieres ser. Pero no podía evitarlo, no podía evitar el modo en como me sentía al recordar la felicidad y la adrenalina de la mordida de un vampiro. Lissa terminó y regresamos a la zona común, yendo hacia cola de la comida. Era pequeña, pues solo nos quedaban quince minutos, me adelanté y comencé a llenar mi plato con patatas fritas y algunos bocaditos de algo que parecían alitas de pollo. Lissa sólo cogió un yogur. Los Moroi necesitaban alimentos, como los dhampirs y los humanos, pero rara vez tenían apetito después de beber sangre. "Entonces, ¿cómo te fueron las clases?", Le pregunté. Se encogió de hombros. Su rostro estaba brillante, lleno de color y vida. "Muy bien. Llenas de miradas. Muchas miradas. Muchas preguntas acerca de dónde estuvimos. Susurros. " "A mi me pasó lo mismo", dije. El asistente nos comprobó, y anduvimos hacia las mesas. Le eché a Lissa una mirada de reojo. "¿Esta todo bien? ¿No te están molestando?, ¿no? " "No - todo está bien". Las emociones que sentía a través de nuestra conexión contradecían sus palabras. Sabiendo que podía sentirlo, cambió de tema dándome su horario de clase. Lo leí en voz alta. 1º_Ruso 2 2º_ Literatura Colonial Americana 3º_Principios Elementales de Control 4º_Poesía Antigua - Almuerzo - 5º_Comportamiento y Fisiología Animal 6º_ Cálculo Avanzado 7º_Cultura Moroi 4 8º_Artes Eslavas "Chapona", le dije. "Si fueras tan mala como yo en matemáticas, por la tarde tendríamos el mismo horario. "dejé de caminar. "¿Porque estas en principios elementales? Es una clase de primer año. " Me miró. "Debido a que los veteranos tienen clases especializadas". Guardamos silencio. Todos los Moroi controlaban la magia elemental. Era una de las cosas en que los vampiros vivos, los Moroi se diferenciaban de los Strigoi, los vampiros muertos. Los Moroi veían la magia como un don. Era parte de sus almas y los conectaba con el mundo. Mucho tiempo atrás, utilizaban la magia abiertamente evitando desastres naturales y ayudando con cosas como con la producción de alimentos y de agua. Ya no necesitaban hacerlo, pero la magia todavía estaba en su sangre. Los consumé y hace que ellos quieran ponerse en contacto con el mundo y que manejen su poder. Academias como esta existen para ayudar a los Moroi a controlar la magia y para que aprendan a hacer cosas más complejas con ella. Los estudiantes también tenían que aprender las reglas en torno a la magia, normas que fueron hechas hace siglos y que se hacían cumplir muy estrictamente. Cada Moroi tenía una pequeña habilidad con un elemento. Cuando ellos tenían nuestra edad, los estudiantes se "especializaban" cuando un elemento se hacia mas fuerte en ellos que los otros: tierra, agua, fuego o aire. No especializarse era como ser un adolescente, sin pasar por la pubertad. Y Lissa... bueno, Lissa todavía no se había especializado. "¿Sigue la Sra. Carmack enseñando eso? ¿Qué dijo? " "Dijo que no me preocupase. Todavía piensa que vendrá". "Tú – le contaste sobre -" Lissa negó con la cabeza. "No. Por supuesto que no. " Dejamos el asunto. Era uno del cual pensábamos a menudo, pero del que rara vez hablábamos. Empezamos a caminar de nuevo, buscando una mesa para sentarnos. Algunos pares de ojos nos miraban con evidente curiosidad. "¡Lissa!" Dijo una voz muy cerca. Mirando de reojo, vimos a Natalie saludándonos. Lissa y yo intercambiamos miradas. Natalie era una especie de prima de Lissa de la misma manera que Víctor era una especie de tío, pero nunca andábamos mucho con ella. Lissa se encogió de hombros y se fue en su dirección. "¿Por qué no?" La seguí a regañadientes. Natalie era agradable, pero también era de las personas más aburridas que había conocido. La mayoría de la realeza de la academia disfrutaba de una especia de estatus de celebridad, pero Natalie, nunca había querido encajar con esa multitud. Ella era muy simple, muy desinteresada en la política de la Academia, y demasiado negada como para hacerles frente. Los amigos de Natalie nos miraban con una curiosidad tranquila, pero ella no se controló. Arrojó sus brazos alrededor nuestra. Como Lissa tenía los ojos verde jade pero sus cabellos eran de un negro azabache, como habían sido los de Víctor antes de que la enfermedad los convirtiese en grises. "¡Estás de vuelta! ¡Sabía que regresarías! Todo el mundo decía que te habías ido para siempre, pero nunca lo creí. Sabía que no podrías mantenerse alejada. ¿Por qué te fuiste? Hay tantas historias acerca de por qué te marchaste! "Lissa y yo intercambiamos miradas mientras Natalie parloteaba. "Camille dijo que una de vosotras estaba embarazada y que habíais huido para abortar, pero yo sabía que no podía ser verdad. Alguien dijo que habíais huido para reuniros con la madre de Rose, pero pensé que la Sra. Kirova y Papá no estarían tan intranquilos si estuvierais allí. ¿Sabías que seremos compañeras de cuarto? Estuve hablando con... " Ella continuó hablando, mostrando sus colmillos mientras hablaba. Yo sonreía educadamente, dejando a Lissa hacer frente a la ofensiva hasta que Natalie hizo una pregunta peligrosa. "¿Cómo conseguías sangre, Lissa?" Toda le mesa se quedó mirando el congelamiento de Lissa, pero yo inmediatamente entre en la conversación, la mentira surgiendo rápidamente en mis labios. "Oh, eso fue fácil. Hay muchos humanos que quieren hacer eso. " "¿En serio?" Preguntó uno de los amigos de Natalie, con los ojos muy abiertos. "Sip. Los encuentras en fiestas y cosas de ese tipo. Todos ellos están buscando una dosis de algo, y no se dan cuenta de que es un vampiro lo que está haciendo esto: la mayoría están tan perdidos que no recuerdan nada." Se me acabaron los detalles vagos, así que simplemente me encogí de hombros de la mejor manera confiada que pude. "Como dije, es fácil. Casi más fácil que conseguir nuestros propios alimentadores". Natalie aceptó eso y entonces se lanzó a otro tema. Lissa me lanzó una mirada de agradecimiento. Ignorando la conversación de nuevo, observé las caras conocidas, tratando de entender quién andaba con quién y cómo el poder se había transferido dentro de la academia. Mason, sentado con un grupo de aprendices, captó mi mirada y me sonrió. Cerca de él, estaba sentado un grupo de la realeza Moroi, riéndose de algo. Aarón y la chica rubia también estaban allí sentados. "Oye, Natalie," le dije, girándome y cortando la conversación. Pareció no percibirlo o no le importó. "¿Quién es la nueva novia de Aarón?" "¿Eh? Oh Mia Rinaldi." Al ver mi expresión en blanco, preguntó,"¿No la recuerdas?" "¿Debería? ¿Estaba aquí cuando nos marchamos? " "Siempre estuvo aquí", dijo Natalie. "Solo es año más joven que nosotras." Le lancé a Lissa una mirada interrogatoria, pero sólo se encogió de hombros. "¿Por qué está tan enfadada con nosotras?", Le pregunté. "Ninguna la conocemos". "No lo sé", respondió Natalie. "Tal vez ella siente celos por lo de Aarón. Ella no era mucha cosa cuando os fuisteis. Se hizo muy popular muy rápidamente. Ella no es de la realeza ni nada, pero una vez que comenzó a coquetear con Aaron, ella-" "Muy bien, gracias", la interrumpí. "Realmente no -" Miré por encima del rostro de Natalie, al de Jesse Zeklos, cuando el estaba pasando cerca de nuestra mesa. Ah, Jesse. Me había olvidado de él. Me gustaba coquetear con Manson y algunos otros principiantes, pero Jesse estaba en una categoría completamente diferente. Coqueteabas con otros chicos simplemente por el placer de coquetear. Coqueteabas con Jesse con la esperanza de acabar semidesnuda con el. Era de la realeza Moroi, y estaba tan bueno, debería llevar una placa que pusiese PRECAUCIÓN: INFLAMABLE. Encontró mi mirada y sonrió. "Hola Rose, bienvenida. ¿Sigues siendo una rompe corazones?" "¿Te estás ofreciendo?" Su sonrisa se amplió. "Un día de estos saldremos y lo descubriremos. Si puedes deshacerte de tu condicional". Siguió caminando, y lo miré de forma admirable. Natalie y sus amigas me miraron incrédulas. Yo no sería una diosa al estilo Dimitri, pero en este grupo, Lissa y yo éramos diosas - o por lo menos ex-diosas – de una forma diferente. "¡Oh Dios Mío!", exclamó una chica. No recordaba su nombre. "Aquel era Jesse." "Sí", le dije, sonriendo. "Sin duda lo era." "Lamento no ser como tú", dijo con un suspiro. Sus ojos se fijaron en mí. Técnicamente, era media Moroi, pero tenía apariencia humana. Me mezclé bien entre los humanos en nuestro tiempo de fugitivas, tan bien que rara vez pensaba en mi apariencia. Aquí, entre las delgadas chicas Moroi y sin pechos, determinadas características - es decir, mis pechos eran mayores y mis caderas más definidas – si destacaban. Sabía que era guapa, pero para los chicos Moroi, mi cuerpo era algo más que hermoso, era sexy de una manera obscena. Las Dhampirs eran una conquista exótica, una novedad que todos los chicos Moroi querían "probar". Es irónico que las Dhampirs causásemos tal fascinación, porque las delgadas chicas Moroi se parecían mucho a las modelos de pasarela súper delgadas tan famosas en el mundo humano. La mayoría de los seres humanos nunca podría alcanzar este objetivo "ideal" de delgadez, como las chicas Moroi nunca se parecerían a mí. Todo el mundo quiere lo que no puede tener. Lissa y yo nos sentamos juntas en las clases que compartíamos por la tarde, pero no hablamos mucho. Las miradas que había mencionado sin duda nos seguían, pero descubrí que cuanto más hablaba con la gente, más se abrían. Poco a poco, gradualmente, parecía que empezaban a recordar quienes éramos, y la novedad - pero no la intriga - de nuestra loca hazaña estaba desapareciendo. Tal vez, debería decir, que recordaban quién era yo. Porque era la única que hablaba. Lissa miraba fijamente hacia delante, escuchando pero sin responder o participar en mis intentos de establecer una conversación. Podía sentir su ansiedad y tristeza desbordante. "Bien", le dije cuando terminó la clase. Estábamos de pie fuera de la academia, y yo era totalmente consciente de que haciendo esto, estaba rompiendo uno de los términos de mi acuerdo con Kirova. "No nos quedaremos aquí", le dije, observando el campus. "Encontraré la forma de salir de aquí." "¿Crees que podríamos hacerlo por segunda vez?" Preguntó Lissa muy bajito. "Absolutamente." Hablé con certeza, una vez más aliviada de que no pudiese leer mis sentimientos. La primera ve que escapamos había sido muy difícil. Hacerlo de nuevo sería un verdadero infierno, pero no es que no pensase en una salida. "Realmente lo harías, ¿no?" Sonrió, más a sí misma que a mí, como si estuviese pensado en algo divertido. "Por supuesto que sí. Lo que ocurre es que, bueno..." Suspiró. "No creo que deberíamos marcharnos. Tal vez - tal vez deberíamos quedarnos aquí". Parpadeé asombrada. "¿Qué?" No fue una de mis respuestas más elocuentes, pero fue la mejor que pude hacer. Nunca había esperado esto de ella. "Te vi, Rose. Te vi hablando con los otros estudiantes en clase, hablando de la formación. Lo echaste de menos. " "Esto no vale la pena," le discutí. "No... no si tu..." no puedo terminar, pero tenía razón. Ella me había leído. Había echado de menos a los otros aprendices. Hasta a algunos de los Moroi. Pero había algo más que eso. El peso de mi inexperiencia, lo atrasada que me había quedado, había estado creciendo en mí a lo largo del día. "Tal vez sea lo mejor", respondió ella. "No he tenido tantas... ya sabes. No he sentido como si alguien nos estuviese siguiendo u observando". No dije nada al respecto. Antes de abandonar la Academia, ella siempre sentía como si alguien la estuviese siguiendo, como si la estuviesen persiguiendo. Nunca encontré evidencias para apoyar eso, pero una vez escuché a una de nuestros profesores hablar y hablar sobre lo mismo. La Sra. Karp. Había sido una hermosa Moroi, con un pelo de un color marrón profundo y altos pómulos. Yo estaba casi segura de que estaba loca. "Nunca se sabe quien podría estar observando," acostumbraba a decir ella, andando con brío por el aula mientras cerraba todas las cortinas. "O quien te podría estar siguiendo. Es mejor ser precavido. Es mejor estar siempre alerta". Hablábamos entre nosotros sofocando las risas porque eso es lo que los estudiantes hacen cuando tienen profesores paranoicos y excéntricos. Pensar que Lissa actuaba como ella me preocupaba. "¿Cuál es el problema?" preguntó Lissa, al notar que estaba perdida en mis pensamientos. "¿Eh? Nada. Sólo estaba pensando." Suspiré, tratando de equilibrar mis propios deseos con lo que era mejor para ella. "Liss, podemos quedarnos, creo... pero con algunas condiciones". Esto hizo que ella riese. "Un Ultimátum Rose, ¿eh?" "Lo digo en serio." Las palabras que no utilizaba a menudo. "Quiero que te mantengas alejada de la realeza. No como Natalie o así, pero ya sabes a quien me refiero, a los otros. Aquellos que juegan con poder. Camille. Carly. Ese grupo." Su diversión se trasformó en sorpresa. "¿Hablas en serio?" "Claro. De todas formas nunca te gustaron. " "A ti te gustaban". "No. No realmente. Me gustaba lo que podían ofrecer. Las fiestas y otras cosas". "¿Y ahora puedes estar sin eso?" Parecía escéptica. "Claro. En Portland lo hicimos." "Sí, pero allí era diferente." Sus ojos miraban a la nada sin centrarse en algo concreto. "Aquí... Aquí tengo que ser parte de eso. No puedo evitarlo". "Si que puedes. Natalie está fuera de todo eso." "Natalie no va a heredar el título de la familia", respondió ella. "Yo ya la tengo. Tengo que implicarme, comenzar a hacer conexiones. Andre -" "Liss," Gemí. "No eres Andre." No podía creer que aún se comparase con su hermano. "Siempre estaba involucrado en esas cosas." "Sí, bueno," Vociferé en respuesta, "Ahora él está muerto." Su rostro se endureció. "Sabes, a veces ni siquiera eres un poco agradable." "No me mantienes cerca por ser gentil. Si quieres bondad, aquí hay una docena de corderitos que rasgarían la garganta de los demás simplemente por tener el favor de la princesa Dragomir. Me mantienes cerca por que te digo la verdad, y aquí está: Andre está muerto. Ahora tú eres la heredera, y tendrás que lidiar con eso de la mejor forma posible. Pero, por ahora, eso significa mantenerse alejada de la realeza. Vamos a ser discretas. Actuar con normalidad. Si te dejas llevar por esas cosas nuevamente, Liss, te vas a volver... " "¿Loca?" Añadió cuando no terminé. Ahora era yo quien miraba a la nada. "No quise decir..." "Está todo bien", dijo, después de un tiempo. Suspiró y tocó mi brazo. "Está bien. Nos quedaremos y me mantendré alejada de todo eso. Actuaré tal y como quieres. Creo, que andaré con Natalie." Para ser completamente honesta, yo no quería nada de eso. Yo quería ir a todas las fiestas de la realeza y a las fiestas salvajes llenas de bebidas alcohólicas como hacíamos antes. Habíamos estado alejadas de esa vida durante años hasta que los padres y el hermano de Lissa murieron. Andre debería haber sido el que heredase el título de la familia, y sin duda había actuado como tal. Guapo y extrovertido, era encantador con cada persona que conocía y había sido el líder de todos los clubes y grupos de la realeza que había en el campus. Después de su muerte, Lissa consideró que era su deber familiar ocupar su lugar. Pude disfrutar de ese mundo con ella. Era fácil para mí, porque realmente no tenía que lidiar con la parte de la política. Yo era una guapa dhampir, una a la cual no le importaba meterse en problemas y hacer locuras. Me convertí en la novedad, les gustaba tenerme cerca por la diversión que representaba. Lissa tuvo que ocuparse de otros asuntos. Los Dragomirs eran una de las doce familias gobernantes. Tenía una posición muy poderosa en la sociedad Moroi, y los otros jóvenes de la realeza querían tener su favor. Falsos amigos la querían de su lado y así ponerla en contra de otras personas. Los de la realeza te podían sobornar y apuñalarte por la espalda al mismo tiempo - era un todos contra todos. Para los dhampirs y los plebeyos, ellos eran completamente imprevisibles. Esa actitud cruel poco a poco había desgastado a Lissa. Ella era de naturaleza buena y gentil que a mi me gustaba y odiaba verla molesta y estresada por los juegos de la realeza. Ella había estado muy débil desde el accidente, y todas las fiestas del mundo no valían la pena si ella sufría. "Vale", le dije finalmente. "Vamos a ver cómo son las cosas. Si algo sucede - cualquier cosa pequeña - nos vamos. Sin discusión". Asintió con la cabeza. "¿Rose?" Nos fijamos en la figura de Dimitri. Esperaba que no hubiese oído la parte de la marcha. "Llegas tarde al entrenamiento", dijo tranquilamente. Al ver a Lissa la saludó cortésmente. "Princesa". Mientras él y yo nos íbamos, me quedé preocupada por Lissa y me pregunté si quedarnos aquí era lo correcto. No sentí nada alarmante a través de la conexión, pero sus emociones inundaban todo el lugar. Confusión. Nostalgia. Miedo. Esperanza. De una forma muy fuerte y poderosa, me inundaron. Sentí la conexión justo antes de que sucediese. Fue exactamente como había ocurrido en el avión: sus emociones habían sido tan fuertes que ellas me habían "aspirado" a su mente antes de que pudiese detenerlas. Ahora podía ver y sentir lo que ella hacia. Caminaba lentamente por la zona común, en dirección a la capilla ortodoxa rusa que se utilizaba para la mayoría de las necesidades religiosas de la academia. Lissa asistía a misa regularmente. Yo no. Yo tenía un acuerdo sólido con Dios: yo creía en el - solamente – si el me dejaba dormir los domingos. Pero cuando ella entró, pude sentir que ella no estaba allí para rezar. Ella tenía otro propósito, uno que yo desconocía. Mirando alrededor, miró que ni el sacerdote o algún orador estuviesen cerca. El lugar estaba vacío. Deslizándose por una puerta en la parte posterior de la capilla, pasó por una estrecha escalera que conducía al ático. Aquí estaba oscuro y polvoriento. La única luz que había provenía de una enorme vidriera sucia que rompía la débil luz del alba y la transformaba en pequeños puntos multicolores que cubrían el suelo. No supe hasta ese momento que ese lugar era el refugio de Lissa. Pero ahora podía sentir los recuerdos de cómo ella solía escaparse al ático para estar sola y pensar. Su ansiedad empezaba a calmarse en cuanto ella estuvo rodeada de ese ambiente familiar. Se sentó junto a la ventana y se inclinó hacia atrás apoyando la cabeza en la pared, disfrutando momentáneamente de la luz y el silencio. Los Moroi podían soportar la luz, a diferencia de los Strigoi, pero aún así tenían que limitar su exposición. Sentada ahí, siendo protegida por el cristal que diluía los rayos, ella casi podía fingir que estaba bajo el sol. Respira, sólo respira, se dijo a sí misma. Todo estará bien. Rose se encargará de todo. Ella creía eso apasionadamente, como siempre, y aún se relajó más. Una voz baja habló en la oscuridad. "Puedes quedarte con la Academia, pero no con el asiento de la ventana." Dio un salto, su corazón latiendo fuertemente. Compartía su inquietud, y mi propio pulso se aceleró. "¿Quién está ahí?" Un momento después, una figura salió de detrás de una pila de cajas, un poco fuera de su campo de visión. La figura dio un paso adelante, y en la luz, las expresiones familiares se materializaron. Cabello negro despeinado. Ojos color azul pálido. Una sonrisa satisfecha y burlona. Christian Ozera. "No te preocupes", dijo. "No te voy a morder. Bueno, al menos no de la manera que temes." Dijo sonriendo ante su propia broma. Ella no le había encontrado la gracia. Había olvidado completamente a Christian. Yo también. No importaba lo que ocurría en nuestro mundo, algunas verdades básicas acerca de los vampiros seguían siendo verdad. Los Moroi estaban vivos; Los Strigoi eran muertos vivientes. Los Moroi eran mortales; los Strigoi eran inmortales. Los Moroi nacían; Los Strigoi eran convertidos. Hay dos formas de convertirse en un Strigoi. Los Strigoi podían transformar humanos, dhampirs, y Morois con una sola mordida. Y Moroi tentados por la promesa de la inmortalidad podían convertirse en Strigoi por su propia elección si intencionalmente mataban a una persona mientras se alimentaban. Hacer eso, era considerado siniestro y retorcido, el mayor de todos los pecados, tanto en contra del modo de vida de los Moroi, y de la naturaleza. Los Moroi, que elegían el camino oscuro perdían su habilidad de conexión con la magia elemental y con las otras fuerzas del universo. Por ese motivo, no podían estar bajo el sol. Eso fue lo que sucedió con los padres de Christian. Ellos eran Strigoi. | |
| | | Anna Ivashkov Admin·Dhamphir
Mensajes : 87 Puntos de experiencia : 4816 Popularidad : 2 Fecha de inscripción : 19/10/2011 Edad : 33 Localización : Buenos Aires, Argentina
Ficha de personaje Nombre: Aelizs Ivanov Raza: Dhampir principiante Año: 2do año
| Tema: Capítulo 5 Sáb Dic 10, 2011 8:09 pm | |
| Capítulo 5
O más bien, habían sido Strigoi. Un regimiento de guardianes los había perseguido y matado. Si los rumores eran ciertos, Christian había atestiguado todo eso cuando siendo un niño. Y por más que el no fuese un Strigoi, algunas personas pensaban que no estaba lejos de serlo, por que siempre se vestía de negro y era muy reservado. Strigoi o no, no confiaba en él. Era un idiota, y silenciosamente le gritaba a Lissa que saliese de allí - no es que mis gritos estuviesen ayudando mucho. Estúpido vínculo mental de una sola dirección. "¿Qué estás haciendo aquí?" le preguntó ella. "Disfrutando de la vista, por supuesto. Esta silla de lona es particularmente encantadora en esta época del año. Ahí, tenemos una vieja caja llena de registros del bendito y loco St. Vladimir. Y no podemos olvidarnos de esta hermosa mesa si una pata". "Lo que sea." Hizo rodar los ojos y se movió en dirección a la puerta, queriendo salir, pero le bloqueó su camino. "Bueno, ¿qué hay de ti?", Respondió con burla. "¿Por qué estás aquí? ¿No tienes fiestas a las que ir o vidas que destruir? Un poco de la vieja chispa de Lissa regresó. "Wow, eso es muy gracioso. ¿Soy un rito de paso ahora? Vamos a ver si puedo cabrear a Lissa para así demostrar lo guay que soy. Una chica que no conozco me gritó hoy, ¿y ahora tengo que tratar contigo? ¿Qué necesita una chica para que la dejen en paz? " "Oh. Por lo tanto, es por eso que estás aquí. Para una fiesta de autocompasión. " "No es ninguna broma. Estoy hablando en serio." Podría decir que Lissa se estaba enfadando. Eso se estaba imponiendo a su sufrimiento interior. Él se encogió de hombros y de forma casual se dejó caer contra la pared. "Yo también lo estoy. Amo las fiestas de autocompasión. Lamento no haber traído los sombreros. ¿Sobre que quieres lamentarte en primer lugar? ¿Sobre cuanto tiempo te llevará ser popular y querida de nuevo? ¿Sobre las semanas que tendrás que esperar hasta que Hollister te envíe ropas nuevas? Si optaste por el transporte marítimo tal vez no tengas que esperar tanto tiempo." "¡Déjame salir", dijo de forma irritada, empujándolo a un lado. "Espera", dijo cuando ella llegó a la puerta. El sarcasmo en su voz había desaparecido. "¿Cómo ... Ahn.., ¿Cómo era? " "¿Cómo era qué?" le replicó ella. "Estar fuera. Lejos de la Academia. " Ella vaciló un momento antes de responder, cogida con la guardia baja para lo que parecía un verdadero intento de establecer una conversación. "Fue maravilloso. Nadie sabía quien era. No era más que otra cara. No era una Moroi. No era de la realeza. No era nadie." Ella miró al suelo. "Todo el mundo aquí cree que sabe quien soy." "Si. Es muy difícil dejar atrás el pasado", dijo amargamente. En ese momento, Lissa pensó - y yo, por defecto - lo difícil que debía ser estar en la piel de Christian. La mayoría de las veces, las personas lo tratan como si no existiese. Como si fuese un fantasma. No hablan con él o sobre él. Simplemente no se daban cuenta de su existencia. El estigma del crimen de sus padres era muy fuerte, lanzando sombras sobre toda la familia Ozera. Sin embargo, el la había enfadado y no estaba dispuesta a sentir lástima por él. "Espere - ¿Ahora eres tu el de la autocompasión?" Se rió, casi con aprobación. "Desde hace un año que esta sala es el lugar de mis fiestas de autocompasión. " "Lo siento", dijo Lissa sarcásticamente. "Venía aquí desde mucho antes de marcharme. Tengo más derecho. " "Derecho de los sin techo. Además, tengo que estar cerca de la capilla, siempre que sea posible, para que la gente sepa que no me he convirtió en un Strigoi... todavía." Una vez más, su voz sonó con un tono de amargura. "Solía verte siempre en la iglesia. ¿Esa es la única razón por la que vas? ¿Por las apariencias?" Los Strigoi no pueden entrar en tierra sagrada. Un poco más de esa cosa de pecando-contra-el-mundo. "Por supuesto", dijo. "¿por qué más iría? ¿Por el bien de mi alma? " "Lo que sea," dijo Lissa, que claramente tenía una opinión diferente. "Te dejaré solo entonces. " "Espera", dijo de nuevo. Parecía que no quería dejarla ir. "Te ofrezco un trato. Te puedes quedar aquí también si me cuentas una cosa". "¿Lo qué?" Lo miró nuevamente. Él se inclinó ligeramente hacia adelante. "De todos los rumores que oí sobre ti hoy - y créeme, he escuchado muchos, incluso si nadie me dice nada directamente – hay uno sobre el que no oí muchos comentarios. Ellos analizaron todo lo demás: por que huiste, lo que hiciste fuera, por que regresaste, la especialización, lo que Rose le dijo a Mia, bla, bla, bla. Y en medio de todo esto, nadie, nadie ha cuestionado esa estúpida historia que Rose sobre la existencia de todo tipo de personas marginales que te dejaban que les tomaras su sangre. " Ella desvió la mirada, y pude sentir como sus mejillas comenzaban a enrojecerse. "Ni es estúpida, ni es una historia. Él se rió suavemente. "He vivido con los seres humanos. Mi tía y yo estuvimos lejos después de que mis padres… muriesen. No es tan fácil encontrar sangre." Cuando ella no respondió, se rió otra vez. "Fue Rose, ¿no? Ella te alimentó”. Un nuevo temor se apoderó de ella y de mí. Nadie en la escuela podía saberlo. Kirova y los guardianes que nos fueron a buscar lo sabían, pero guardaban la información para si mismos. "Bueno. Si eso no es amistad, no sé lo que es, "dijo. "No se lo puedes contar a nadie", lanzó. Eso era todo lo que necesitábamos. Como lo había recordado, los alimentadores eran adictos a las mordeduras de vampiro. Aceptábamos eso como parte de la vida, pero al mismo tiempo los despreciábamos por eso. Para todos los demás - sobre todo para una Dhampir - dejar que un Moroi tomase su sangre era casi, como decirlo, sucio. De hecho, una de las cosas más pervertidas, casi pornográficas que un Dhampir podía hacer, era dejar que un Moroi tomase su sangre durante las relaciones sexuales. Lissa y yo no habíamos tenido sexo, por supuesto, pero ambos sabíamos lo que los demás pensarían sobre la alimentación. "No se lo digas a nadie". Repitió Lissa. El metió las manos en los bolsillos de la chaqueta y se sentó en una de las cajas. "¿A quien se lo contaría? Mira, por que no te sientas en el asiento de la ventana. Puedes tenerlo hoy y permanecer allí durante un tiempo. Si es que no me tienes miedo". Ella vaciló, estudiándolo. Parecía oscuro y hosco, con los labios curvados en una especie de sonrisa de "Soy tan rebelde". Pero no parecía tan peligroso. No parecía un Strigoi. Cuidadosamente, se sentó de nuevo en el asiento de la ventana, frotando inconscientemente sus brazos contra el frío. Christian la observaba, y un momento después, el aire se calentó considerablemente. Lissa se encontró con la mirada de Christian y sonrió, sorprendida por no haber notado con anterioridad lo azules que eran sus ojos. "¿Estás especializado en el fuego?" Asintió y se dejó caer en una silla quebrada. "Ahora tenemos asientos de lujo." Salí de la visión bruscamente. "¿Rose? ¿Rose? Parpadeando, me enfoqué en la cara de Dimitri. Estaba inclinando hacia mí, sus manos agarrando mis hombros. Había dejado de caminar, nos detuvimos en el medio del patio que separaba los edificios de la parte superior del campus. "¿Estás bien?" "Yo... sí. Yo estaba... estaba con Lissa…" puse una mano en mi frente. Nunca había tenido una experiencia tan larga y clara como esta."Estaba en su cabeza." "¿Su… cabeza? "Si. Es una parte de nuestra conexión mental." Realmente no tenía ganas de explicarle eso. "¿Está todo bien con ella?" "Sí, ella está..." Dudé. ¿Estaba todo bien con ella? Christian Ozera acababa de invitarla a quedarse un tiempo con él. Nada bueno. Pero los sentimientos que se agitaban en nuestra conexión mental ya no eran de enfado o miedo. Ella estaba casi contenta, aunque todavía estaba un poco nerviosa. "No está en peligro", le dije finalmente. Eso esperaba. "¿Puedes continuar?" El rígido, estoico guerrero que había conocido antes se había ido - sólo por un minuto - y parecía realmente preocupado. Realmente preocupado. Sentir sus ojos en mí de esa forma hacía que algo en mi interior se agitase – lo que era estúpido, por supuesto. No tenía razón alguna para ser tan ridícula, solo porque el hombre era demasiado guapo para su propio bien. Después de todo, él es un Dios anti-social, según Mason. Uno que supuestamente, me dejaría con todo tipo de dolores. "Si. Estoy bien. " Fui al vestuario del gimnasio y me puse un chándal que alguien finalmente había decidido darme después de haber pasado un día entrenando en pantalones vaqueros y camisa. Repugnante. Me perturbaba que Lissa estuviese con Christian, pero deje ese pensamiento para más tarde por que mis músculos me estaban informando que no querían pasar por ningún otro ejercicio por el día de hoy. Entonces le sugerí a Dimitri que, tal vez, el podría dispensarme esta vez. Se rió, y tuve la total certeza de que era de mí y no conmigo. "¿Por qué es gracioso?" "Oh", dijo, disimulando una sonrisa. "Lo decías en serio." "¡Por supuesto! Mira, yo era, técnicamente, he estado despierta durante dos días. ¿Por que tenemos que comenzar ese entrenamiento ahora? Déjame ir a la cama," lloriqueé. "Es sólo una hora.” Cruzó los brazos y me miró. Su preocupación de antes se había ido. Ahora sólo se trataba de negocios. Amores Perros. "¿Cómo te sientes ahora? Después del entrenamiento que has hecho hasta ahora" "Dolorida como el infierno". "Te sentirás peor mañana". "¿Y?" "Por lo tanto, mejor meterse de lleno en el entrenamiento ahora que no te sientes... tan mal. " "¿Qué clase de lógica es esa?" Repliqué. Pero no discutí mas mientras me llevaba hasta la sala del gimnasio. Me mostró los pesos y los ejercicios que tenía que hacer y, a continuación, se fue a una esquina con una novela del Viejo Oeste. Qué dios. Cuando terminé, se detuvo a mi lado y me enseñó algunos ejercicios de estiramiento. "¿Cómo terminaste siendo asignado como guardián de Lissa?", Le pregunté. "No estabas aquí hace unos años. ¿Te formaste al menos en esta escuela? " No me respondió de inmediato. Tuve la sensación de que no solía hablar de si mismo con frecuencia. "No, asistí a una escuela en Siberia." "Whoa. Este debe ser el único lugar peor que el de Montana. " Un destello de algo - quizás de diversión - brilló en sus ojos, pero él no demostró haber notado la broma. "Después de la graduación, fui guardián de un lord de la familia Zeklos. Fue asesinado recientemente." Su sonrisa desapareció, y su rostro se oscureció. "Me enviaron aquí porque necesitan guardias extras en el campus. Cuando la princesa apareció, me designaron a ella, ya que estaba por aquí. Que no es que eso sea importante hasta que deje el campus. " Pensé en lo que me dijo. ¿Al hombre que tenía que proteger lo había matado algún Strigoi? "¿Este lord murió durante tu guardia?" "No. Estaba con su otro guardián. Yo estaba lejos. " Se quedó en silencio, su mente, obviamente, estaba en otro lugar. Los Moroi esperaban mucho de nosotros, no obstante, reconocían que los guardianes son - más o menos - simplemente humanos. Por lo tanto, a los guardianes se les pagaba y tenían vacaciones como en cualquier otro trabajo. Algunos guardianes radicales - como mi madre - se niegan a tener vacaciones y juran nunca dejar de lado a sus Moroi. Mirando a Dimitri, tuve la sensación de que podría muy bien convertirse en uno de esos. Si había estado fuera debido a un mandato, no se echaría la culpa por lo que le sucedió a ese Lord. Aún así, él probablemente se culpase. Yo también me culparía si algo le sucediese a Lissa. "Oye", le dije, de repente queriendo animarlo, "¿Ayudaste a trazar el plan para traernos de vuelta? Porque era muy bueno. Fuerza bruta y todo eso." Levantó una ceja lleno de curiosidad. Guay. Siempre había querido hacer eso. "¿Me estás elogiando por eso?" "Bueno, es mejor que su anterior intento". "¿Intento anterior?" "Si. En Chicago. Con un grupo de psi-Hounds". "Esta fue la primera vez que os encontramos. En Portland. " Deje de estirar y me senté con las piernas cruzadas. "Um, no creo que me haya imaginado los psi-Hounds. ¿Quién más podría haberlos enviado? Sólo responden a los Moroi. Tal vez nadie te lo ha contado". "Tal vez", dijo cerrando el tema. Podría decir, que por sus palabras, no creía en la historia. Regresé a la residencia de los aprendices después de eso. Los estudiantes Moroi, vivían del otro lado del patio, cerca de las zonas comunes. La organización de las viviendas estaba basada en la conveniencia. Estar aquí nos dejaba, a los aprendices, cerca del gimnasio y de las áreas de entrenamiento. Sin embargo, también vivíamos separados para fomentar las diferencias entre los Moroi y los dhampir. Sus dormitorios apenas tenían ventanas, solo teniendo alguna que otra pintada que atenuaba los rayos del sol. También tenían una sección especial donde disponían de los alimentadores. El dormitorio de los aprendices fue construido de una forma más abierta, permitiendo la entrada de más luz. Tenía mi propia habitación porque había pocos aprendices, por no hablar de chicas. El cuarto que me dieron era pequeño y simple, con dos camas individuales y un escritorio con un ordenador. Habían traído mis pocas pertenencias desde Portland y estaban, en ese momento, metidas en cajas, esparcidas por la habitación. Revisé en las cajas buscando una camiseta para dormir. Mientras lo hacia encontré dos fotos, una de Lissa y yo en un partido de fútbol americano en Portland y otra sacada durante el viaje de las vacaciones con su familia, un año antes de la accidente. Las coloqué en mi escritorio y encendí el ordenador. Alguien del equipo técnico me dejó un documento con las instrucciones para la renovación de mi correo electrónico y la creación de una contraseña. Hice las dos cosas, feliz de descubrir que nadie se había dado cuenta de que eso me serviría para comunicarme con Lissa. Cómo estaba demasiado cansada para escribirle en ese momento, estaba apunto de apagar el ordenador cuando me di cuenta de que había recibido un mensaje. De Janine Hathaway. Era corto: Me alegra que hayas regresado. Lo que hiciste es imperdonable. "También te quiero, mamá," Murmuré, cerrando todo. Me fui a la cama mas tarde, y caí presa del sueño incluso antes de tocar la almohada, y tal y como me había dicho Dimitri, me sentí diez veces peor cuando me desperté a la mañana siguiente. Acostada en la cama, reconsideré las ventajas de huir. Entonces me acordé de mi culo recibiendo patadas y llegó a la conclusión que la única forma de evitar que me volviese a suceder era sufriendo un poco esta mañana. Mi dolorido cuerpo hacia que todo fuese mucho peor, pero aún así sobreviví al entrenamiento de antes de las clases con Dimitri y a las posteriores clases sin sentirme mal o desmayarme. Durante el almuerzo, arrastré a Lissa fuera de la mesa de Natalie y le dí un buen sermón digno de Kirova acerca de Christian - particularmente castigándola por haberle dejado saber acerca de nuestro acuerdo acerca de la sangre. Si esto se supiese, nos mataría socialmente, y no confía en él para guardar el secreto. Lissa tenía otras preocupaciones. "¿Estabas dentro de mi cabeza de nuevo?", Exclamó. "¿Cuanto tiempo?" "No lo hice a propósito", argumenté. "Simplemente sucedió. Y este no es el punto. ¿De todos modos cuanto tiempo estuvieron juntos? " "No mucho. Fue… divertido". "Bueno, no puedes hacerlo de nuevo. Si la gente descubre que estas andando con el te crucificarán." La miré detenidamente. "¿No estás, es decir, no te gusta, o si? Bromeó. "No. Por supuesto que no. " "Bien. Si quieres ir detrás de algún chico, reconquista a Aaron." El era molesto, es cierto, pero era seguro. Como Natalie. Porque todas las personas inofensivas eran tan inocentes. Tal vez esa era la definición de "seguro". Se rió. "Mia me arrancaría los ojos." "Podemos con ella. De hecho, el se merece a alguien que no compre en la GAP Infantil." "Rose, tienes que dejar de decir cosas como esa". "Solo estoy diciendo lo que tu no dices". "Es sólo un año más joven," dijo Lissa. Entonces se rió. "No puedo creer que creas que soy yo, la que nos meterá en problemas. " Sonriendo mientras entrábamos en el aula, la miré de reojo. "Aaron realmente está bastante bien, ¿eh?" Ella sonrió y evitó mi mirada. "Si. Bastante bien. " "Oh. ¿Ves? Deberías ir detrás de el". "Lo que sea. De momento esta bien que seamos simplemente amigos. " "Amigos que acostumbraban a meterse la lengua en la boca del otro". Puso en blanco los ojos. "Vale." Dejé de provocarla. "Deja a Aaron en el jardín de infancia. Mientras tanto, permanece lo más alejada posible de Christian. Es muy peligroso". "Estás exagerando. No se va a convertir en un Strigoi". "Es una mala influencia". Ella rió. "¿Crees que estoy en peligro de convertirme en un Strigoi?" No esperó mi respuesta, en lugar de eso empujó la puerta, abriéndola para nuestra clase de Ciencias. Parada allí en la puerta, me quedé pensando en lo que había dicho y un momento después la seguí. Cuando lo hice, tuve que ver el poder de la realeza en acción. Unos chicos - con algunas niñas que cabeceaban y reían tontamente – se estaban divirtiendo con un chico Moroi. No lo conocía muy bien, pero sabía que él era pobre y definitivamente no era de la realeza. Un par de matones eran usuarios de magia de aire, e hicieron volar los papeles de su mesa, lanzando corrientes de aire para que saliesen volando mientras el intentaba cogerlos. Mis instintos me obligaban a hacer algo, tal vez ir a golpear a los usuarios de aire. Pero no podía iniciar una pelea con todo el mundo que me molestase, y ciertamente no con un grupo de la realeza - especialmente cuando Lissa precisaba mantenerse alejada de sus radares. Así que solo pude lanzarles una mirada de asco mientras caminaba a mi mesa. Una vez que lo hice, una mano agarró mi brazo. Jesse. "Oye", le dije bromeando. Afortunadamente, parecía no estar participando en la sesión de tortura. "Está prohibido tocar la mercancía." Me sonrió, pero mantuvo su mano sobre mí. "Rose, le conté a Paul sobre aquella vez que iniciaste una pelea en el aula de la Sra. Karp." Levanté la cabeza hacia ellos, con una sonrisa divertida. "Comencé un montón de peleas en su aula". "Te acuerdas de la del cangrejo ermitaño. Y el gerbo." Me reí, recordando. "¡Oh, sí. Era un hámster, creo. Lo metí dentro del tanque del cangrejo, y ambos estaban tan emocionados de estar tan cerca de mí, que lo dieron todo. " Paul, un chico sentado cerca y que yo no conocía, también empezó a reír. Había sido transferido el año pasado, y al parecer, no había escuchado la historia. "¿Quién ganó?" Miré a Jesse de forma cómica. "No me acuerdo. ¿Te acuerdas? " "No. Solo recuerdo que la Sra. Karp se había vuelto loca." Él se dirigió a Paul. "Amigo, deberías haber visto a esa profesora que teníamos. Solía pensar que la gente estaba detrás de ella y se explotaba con cosas que no tenían ningún sentido. Era una locura. Tenía el hábito de caminar por el campus, cuando todo el mundo estaba dormido. " Sonreí rígidamente, haciéndoles creer que eso era gracioso. En cambio, me acordé de la Sra. Karp de nuevo, sorprendida por pensar en ella nuevamente en menos de dos días. Jesse tenía razón – ella acostumbraba a andar mucho por el campus cuado trabajabaaquí. Era escalofriante. Me había encontrado con ella una vez – de forma inesperada. Me había escapado por la ventana del dormitorio para ir a encontrarme con unas personas. Era tarde, y todos debíamos estar en nuestras habitaciones, durmiendo. Esas tácticas de fuga eran algo habitual para mí. Era buena en eso. Pero me caí en ese momento. Mi habitación estaba en el segundo piso, y perdí mi apoyo más o menos en la mitad del camino al suelo. Sintiendo que me estaba acercando al suelo, intenté desesperadamente agarrarme a algo para reducir la velocidad de mi caída. Estaba demasiado preocupada como para sentir los cortes que las piedras del edificio estaban causando en mi piel. Me caí en la hierba del suelo, de espaldas. "Muy mal hecho, Rosemarie. Deberías ser más prudente. Tus instructores estarían decepcionados". Espiando avergonzada a través de mi cabello, vi a la Sra. Karp que me estaba mirando con una expresión de perplejidad. En ese mismo momento, el dolor atravesó cada parte de mi cuerpo. Ignorándolo lo mejor que podía, me levanté con dificultad. Estar en la clase con la Loca Karp mientras estaba rodeada de otros estudiantes era una cosa. En estar ahí afuera a solas con ella era completamente diferente. Siempre tenía un destello misterioso en sus ojos que me ponía la piel de gallina. También había un alto riesgo de que ella me arrastrase hasta Kirova para que me castigase. Lo que era aún peor. En cambio, ella sólo sonrió y tomó mis manos. Vacilé, pero dejé que me las agarrase. Silbó cuando vio a los arañazos. Amarrándomelas con firmeza, frunció las cejas ligeramente. Un hormigueo ardió en mi piel, con un tipo de zumbido agradable y, a continuación, se cerraron las heridas. Tuve una breve sensación de vértigo. Mi temperatura se elevó. La sangre se había ido así como el dolor de mi cadera y el de la pierna. Con un jadeo, aparté mis manos de un tirón. Había visto mucha magia Moroi, pero nunca algo así. "¿Qué... ¿qué hiciste?" Ella me dio una vez más una extraña sonrisa. "Vuelve a tu dormitorio, Rose. Hay cosas malas aquí. Uno nunca sabe lo que lo está siguiendo. " Yo seguía mirándome las manos. "Pero..." La miré de nuevo y por primera vez advertí cicatrices en las esquinas de su frente. Como si hubiesen sido hechas por arañazos. Me miró fijamente. "No te descubriré si tu no me descubres. " Regresé al presente, preocupada por el extraño recuerdo de esa noche. Jesse, en ese momento, me estaba hablando sobre una fiesta. "Tienes que escaparte esta noche. Vamos a ese lugar en el bosque en torno a las ocho y media. Mark ha conseguido maría". Suspiré melancólicamente, sustituyendo el escalofrío que había sentido al recordar a la Sra. Karp. "No puedo escaparme. Tengo un carcelero ruso". Dejó mi brazo, viéndose decepcionado, y pasó una mano por su cabello color bronce. Si. No poder estar con el era una gran vergüenza. Tendría que arreglar esto algún día. "¿Podrás salir alguna vez por buen comportamiento?" Bromeó. Le di lo que yo esperaba que fuese una sonrisa seductora mientras asentía. "Claro", le dije sobre mi hombro. "Cuando lo sea"
Última edición por Elizabet Ivashkov el Sáb Dic 10, 2011 8:13 pm, editado 1 vez | |
| | | Anna Ivashkov Admin·Dhamphir
Mensajes : 87 Puntos de experiencia : 4816 Popularidad : 2 Fecha de inscripción : 19/10/2011 Edad : 33 Localización : Buenos Aires, Argentina
Ficha de personaje Nombre: Aelizs Ivanov Raza: Dhampir principiante Año: 2do año
| Tema: Re: Lectura online Sáb Dic 10, 2011 8:13 pm | |
| Capítulo 6
Por más que el encuentro de Lissa con Christian me molestase, acabó dándome una idea para el día siguiente. "Oye, Kirova - er, Sra. Kirova." Me paré en la puerta de su despacho, no me había molestado en anunciarme. Ella levantó su mirada de algunos documentos, claramente irritada al verme. "Sí, Srta. Hathaway?" "¿Mi arresto domiciliario significa que no puedo ir a la iglesia?" "¿Perdón?" "Usted me dijo que siempre y cuando no estuviese en clase o practicando, yo debería de estar en mi dormitorio. ¿Pero qué pasa con la misa de los domingos? No creo que sea justo que deje ahora mis necesidades... eh, religiosas." O privarme de una oportunidad - no importa que sea corta y aburrida - de estar con Lissa. Ella empujó sus gafas hasta la mitad de la nariz. "No sabía que tuvieses necesidades religiosas. " "Encontré a Jesús cuando estuve fuera”. "¿Tu madre no es atea?" Preguntó con recelo. "Y mi padre probablemente es musulmán. Pero yo sigo mi propio camino. Usted no debería alejarme de él. " Ella hizo un sonido que parecía una especie de risilla. "No, Srta. Hathaway, no debería. Muy bien. Puedes asistir a la misa de los domingos." Sin embargo, la victoria fue efímera, porque cuando fui a la iglesia unos pocos días más tarde, vi que la iglesia era tan aburrida como recordaba. Al menos, me las arreglé para sentarse junto a Lissa, lo que me hizo sentir con si hubiese conseguido algunos beneficios después de todo. La mayor parte del tiempo me dediqué a observar a la gente. Ir a la iglesia era opcional para los estudiantes, pero con tantas familias de la Europa del Este, varios estudiantes eran cristianos ortodoxos y asistían a la iglesia por sus creencias o por que sus padres les obligaban. Christian estaba sentado en el lado opuesto de la sala, pretendiendo ser tan santo como había dicho. Por más que no me gustase, su falsa fe me hizo sonreír. Dimitri se sentó al fondo, su rostro oculto por la sombras, y como yo, no comulgó. Por más pensativo que pareciese, me pregunté si tan siquiera había escuchado el sermón. Yo apenas escuchaba algunas partes. "Seguir el camino de Dios no siempre es fácil", decía el sacerdote. "Incluso el Santo Vladimir, santo patrón de la escuela, pasó por momentos difíciles. Era tan espirituoso que la gente siempre se reunía a su alrededor, simplemente para escucharlo y estar en su presencia. Dicen los textos antiguos, que su espíritu era tan grande que podía curar a los enfermos. Sin embargo, a pesar de esos dones, muchos no lo respetaban. Se burlaban de él, diciendo que estaba desorientado y perturbado." Lo que era una buena manera de decir que Vladimir estaba loco. Todo el mundo sabía eso. Fue uno de los pocos santos Moroi, por eso al sacerdote le gustaba tanto hablar de él. Ya lo había escuchado todo sobre el antes de huir. Genial. Parecía que iba a una multitud de domingos para escuchar su historia una y otra vez. "... y así fue con Anna Shadow-Kissed." Levanté la cabeza. No tenía ni idea de lo que el sacerdote estaba hablando, porque no había estado escuchando por un tiempo. Pero esas palabras se grabaron en mí. Shadow- Kissed. Había pasado mucho tiempo desde que las había escuchado, pero nunca las había olvidado. Esperé, a que continuase, pero él ya había pasado a la siguiente parte de la misa. El sermón se había terminado. La misa terminó y cuando Lissa se giró para salir, giré mi cabeza hacia ella. "Espérame. Enseguida vuelvo. " Me abrí camino por entre la multitud, yendo hacia adelante, donde el sacerdote estaba hablando con unas pocas personas. Esperé con impaciencia, hasta que terminó. Natalie estaba allí, preguntando acerca de algún trabajo voluntario que pudiese hacer. Puff.
Cuando terminó, se fue, saludándome mientras pasaba a mi lado. El sacerdote levantó sus cejas cuando me vio. "Hola, Rose. Es bueno verte de nuevo. " "Sí... a usted también", le dije. "Le escuché hablar sobre Anna. Acerca de cómo fue ‘shadow-kissed’. ¿Qué significa eso? " Frunció el ceño, de forma pensativa. "No estoy muy seguro. Ella vivió hace mucho tiempo. Era común referirse a las personas por motes que reflejaban algo de sus características personales. Podrían haberle puesto ese nombre para que sonase mas feroz". Traté de ocultar mi decepción. "Ah. Entonces, ¿quién era? " Esta vez, la expresión de su ceño se torno en decepción. "Ya he contado eso varias veces. " "Oh. Debo de haberme perdido esa parte. " Su decepción fue creciendo, y se giró. "Espera un momento." Desapareció por una puerta cerca del altar, la que Lissa solía usar para ir al ático. Pensé en huir, pero pensé que Dios se vengaría de mí por eso. Menos de un minuto después el sacerdote regresó con un libro. Me lo entregó. Santos Moroi. "Puedes aprender sobre ella aquí. La próxima vez que te vea, me gustaría escuchar lo que has aprendido. " Puse mala cara, mientras me iba. Fantástico. Tareas del sacerdote. En la entrada de la capilla, me encontré a Lissa hablando con Aaron. Ella sonreía mientras hablaba, y los sentimientos que ella emanaba eran de felicidad, aunque ciertamente no de pasión. "Estás bromeando", exclamó. Negó con la cabeza. "No". Al ver que me acercaba, ella se dirigió a mí. "Rose, no te lo vas a creer. ¿Conoces a Abby Badica? Y a Xander? Su guardián va a dimitir. Y a casarse con otra guardiana. " Ahora, ese era un chisme emocionante. Un verdadero escándalo. "¿En serio? Ellos van, como decirlo, a huir juntos? Asintió. "Se han comprando una casa. Creo que van a buscar empleo entre los humanos." Miré a Aarón, que de repente se había vuelto tímido conmigo allí. "¿Como están llevando eso Abby y Xander?" "Bueno. Están avergonzados. Piensan que es estúpido." Entonces se dio cuenta de con quien estaba hablando. "Oh No quise decir-" "No importa". Le di una pequeña sonrisa. "Es estúpido." Wow. Estaba conmocionada. La parte rebelde en mí amaba cualquier historia donde las personas "Luchaban contra el sistema." Sin embargo, en este caso, estaban luchando en contra de mi sistema, aquel en el cual había sido entrenada para creer toda mi vida. Dhampirs y Moroi tenían un extraño acuerdo. Originalmente los Dhampirs habían nacido de las relaciones entre los Moroi y los humanos. Lamentablemente, los dhampirs no se podían reproducir entre si - o con seres humanos. Es una de esas cosas extrañas de la genética. A las mulas les pasaba igual, según me habían contado, a pesar de ser una comparación que no me gustaba mucho oír. Dhampirs y Moroi puros podían tener hijos, y por medio de otra rareza de la genética, los niños eran dhampirs, con la mitad de los genes humanos, la mitad de los genes de los vampiros. Como los Moroi eran los únicos con los dhampirs se podían reproducir, teníamos que estar unidos y cerca de ellos. Es decir, que se convirtió en importante para nosotros que los Moroi simplemente sobreviviesen. Sin ellos, los dhampirs estaríamos acabados. Y la forma en que los Strigoi adoraban destruir a los Moroi, su supervivencia se había convertido en una preocupación legítima para nosotros. Y por eso se desenvolvió el sistema de guardianes. Los Dhampirs no podíamos usar magia, pero éramos grandes guerreros. Heredábamos los sentidos y los reflejos aguzados de nuestros genes vampíricos, y una gran fuerza y resistencia de los genes humanos. Tampoco estábamos limitados por la necesidad de sangre o por problemas con la luz del sol. Por supuesto, no éramos tan poderosos como los Strigoi, pero entrenábamos duro, y los guardianes hacían un maldito buen trabajo manteniendo a salvo a los Moroi. La mayoría de los dhampirs creía que merecía la pena arriesgar la vida para asegurarse de que nuestra especie pudiese continuar reproduciéndose. Considerando que normalmente los Moroi querían tener y criar niños Moroi, no se encontraban muchas parejas duraderas entre Moroi-dhampir. Principalmente, no encontrabas muchas mujeres Moroi vinculándose con chicos dhampir. Pero a una gran cantidad de jóvenes Moroi les gustaba salir con mujeres dhampir, aunque por lo general, eventualmente se casan con mujeres Moroi. Esto dio lugar a una gran cantidad de madres solteras dhampir, pero eran fuertes y podían manejarlo. Sin embargo, muchas madres dhampir optaron por no ser guardianes para así poder criar a sus hijos. Estas mujeres, a veces tienen puestos de trabajo "comunes", trabajando con Morois o humanos; y algunas de ellas vivían juntas, en comunidades. Estas comunidades tenían una mala reputación. No sé cuanto de eso cierto, pero los rumores decían que los hombres Moroi las visitaban a cualquier hora en busca de sexo. Y que algunas mujeres dhampir dejaban que tomasen su sangre, mientras lo hacían. Putas de sangre. Además, casi todos los guardias eran hombres, lo que significa que hay más Morois que guardianes. La mayoría de los chicos dhampir aceptaban que no podían tener hijos. Ellos sabían que era su responsabilidad proteger a los Moroi, mientras que sus hermanas y primas tenían hijos. Algunas mujeres Dhampir, al igual que mi madre, todavía sentían que era su deber seguir siendo guardianas - incluso si eso significa no criar a sus propios hijos. Después de que yo naciera, ella me entregó para ser criada por un Moroi. Dhampirs y Morois comenzaban a asistir a la escuela desde muy pequeños, y la Academia básicamente ocupó el lugar de mis padres cuando tenía cuatro años. Como resultado del ejemplo que mi madre me dio y mi vida en la Academia, creía plenamente que el deber de un dhampir era el de proteger a los Moroi. Es parte de nuestro patrimonio, y la única forma de seguir existiendo. Tan simple como eso. Y esa es la razón de por que la actitud del guardián de los Badicas me resultaba tan espantoso. Había abandonado a su Moroi y huido con otro guardián, lo que significaba que ella también abandonó a su Moroi. No podían tener hijos, y ahora dos familias estaban desprotegidas. ¿Cuál era el objetivo? A nadie le importaba si dos adolescentes dhampirs se enamoraban o de si dhampirs adultos tenían alguna que otra aventura. Pero ¿una relación seria? En particular una en la cuál los dos saliesen huyendo? Un completo desperdicio. Y una vergüenza. Después de un poco de especulación sobre los Badicas, Lissa y yo nos despedimos de Aarón. Tan pronto dimos un paso fuera, escuché el ruido de un gracioso movimiento seguido por algo que se deslizaba. Demasiado tarde me di cuenta de lo que había ocurrido, sólo cuando una gran cantidad de nieve derretida del techo de la capilla cayó encima de nosotras. Había nevado la noche anterior, pero como era principios de octubre comenzó a derretirse casi de inmediato. Y como consecuencia, la que nos cayó encima estaba muy derretida y fría. La mayor parte cayó encima de Lissa, pero aún así solté un gritito cuando el agua helada me cayó encima del pelo y del cuello. Algunos otros, que estaban cerca, también gritaron, al ver la mini avalancha. "¿Estás bien?" Le pregunté. Su chaqueta estaba empapada, y su pelo platino pegado a los lados de su cara. "S-sií", dijo entre dientes. Me quité mi abrigo y se lo ofrecí. Era impermeable y había rechazado la mayor parte del agua. "Quítate la chaqueta." "Pero vas a tener-" "¡Quítatela!" Se la quitó, y mientras se ponía mi abrigo, finalmente me di cuenta de las risas que siempre siguen a una situación como ésta. Evitando las miradas, me concentré, en cambio, en mantener asegurada la chaqueta de Lissa, mientras ella se cambiaba. "Me hubiese gustado que no estuvieras llevando un abrigo, Rose", dijo Ralf Sarcozy, un Moroi particularmente corpulento y rechoncho. Lo odiaba. "Esa blusa se vería muy bien mojada". "Esa blusa es tan fea que debería ser quemada. ¿Se la compraste a un mendigo?" Levanté la vista cuando Mia pasaba y entrelazaba su brazo con el de Aarón. Sus rizos rubio perfectamente peinados, llevaba un increíble par de zapatos negros de tacón de aguja que se hubiesen visto mucho mejor en mi. Al menos la hacían más alta, tenía que reconocerlo. Aaron había estado a unos pocos pasos detrás de nosotras pero milagrosamente había evitado la nieve derretida. Viendo lo orgullosa que ella estaba, decidí que no había sido un milagro. "Me imagino que quieres ofrecerte para quemarla, ¿verdad?" Le pregunté, negándome a dejarle saber cuanto me había molestado su insulto. Sabía perfectamente bien que mi concepto de la moda se había atrasado en los últimos dos años. "Oh, espera – el fuego no es tu elemento, ¿no? El tuyo es el agua. ¡Qué casualidad que nos haya caído una tromba encima". Mia puso cara de haber sido insultada, pero el brillo en sus ojos mostraba que estaba disfrutando demasiado para ser simplemente una inocente espectadora. "¿Qué debería significar eso?” "Nada para mí. Pero la Sra. Kirova probablemente tendrá algo que decir cuando descubra que utilizaste magia contra otro estudiante." "Esto no fue un ataque", se burló. "Y no he sido yo. Fue un acto de Dios". Algunos se rieron, los suficientes para que Mia se regodease. En mi imaginación le respondí: Esto también, y la tiraría contra la pared de la Iglesia. En la vida real, Lissa me empujó y me dijo "Vámonos". Nos dirigimos a nuestros dormitorios, dejando atrás risas y bromas acerca de nuestro estado y de cómo Lissa aún no se había especializado. Por dentro, yo hervía. Comprendí, que tenía que hacer algo con Mia. Además de normal irritación causada por la lengua bífida de Mia, no quería que Lissa tuviese que hacer frente a más estrés del que ya tenía. Nos había ido bien esta primera semana, y quería que siguiésemos así. "Sabes", le dije, "Cada vez creo mas firmemente que robar a Aaron de vuelta es algo bueno. Le enseñarías a esa Muñeca Vaca una lección. Además, creo que sería fácil. Él todavía está loco por ti. " "No quiero enseñarle una lección a nadie," dijo Lissa. "Y yo no estoy loca por el." "Vamos, ella pelea y habla de nosotras a nuestras espaldas. Ayer me acusó de tener pantalones vaqueros del Ejército de la Salvación". "Tus vaqueros son del Ejército de la Salvación". "Bueno, sí," resoplé "pero no tiene derecho a reírse de ellos cuando esta vistiendo cosas de la Target" "Oye, no hay nada malo en Target. Me gusta Target. " "A mi también. Pero esa no es la cuestión. Ella pretende hacerlas pasar por ropas de la marca de Stella McCartney." "¿Y eso es un crimen?" Fingí una solemne expresión. "Absolutamente. Tienes que vengarte." "Te lo dije, no me interesa vengarme." Y me miró firmemente. "Y tú tampoco deberías estarlo". Sonreí de la forma más inocente que pude, y cuando cada una siguió su camino, una vez más me sentí aliviada de que no pudiese leer mis pensamientos. "Y entonces, ¿cuando la gran lucha de mujeres va a pasar?" Mason me esperaba fuera de la habitación después de que me hubiese separado de Lissa. Se veía despreocupado y guapo, apoyado contra la pared con los brazos cruzados mientras me miraba. "No se a lo que te refieres." Desplegó sus brazos y caminó conmigo al interior del edificio, dejándome su chaqueta por que yo el había dejado a Lissa la mía. "Te vi hablando en el exterior de capilla. ¿No tienes ningún respeto por la casa de Dios? " Resoplé. "Tienes casi el mismo respeto que yo tengo, pagano. Si ni tan si quiera vas. Además, como has dicho, estábamos fuera". "Y no me has respondido a la pregunta." Sólo le di una amplia sonrisa y me puse su chaqueta. Nos quedamos en la zona común de los dormitorios, una sala de estar muy bien supervisada y una zona de estudio donde los estudiantes de ambos sexos se podían mezclar, además de los invitados Moroi. Siendo domingo, estaba bastante concurrida con las tareas de última hora para las clases del día siguiente. Al notar una pequeña mesa vacía, agarré del brazo a Mason y lo llevé hasta allí. "¿No deberías ir directamente a tu habitación?" Me senté en cuclillas en una silla, mirando alrededor con cautela. "Hay un montón de gente aquí hoy, pasará un tiempo antes de que me noten. Dios, estoy harta de estar encerrada. Y sólo pasó una semana". "También yo lo estoy. Te echamos de menos ayer a la noche. Muchos de nosotros estuvimos en la sala de juegos. Eddie estaba en racha." Suspiré. "No me digas eso. No quiero oír hablar de tu glamurosa vida". "Muy bien". Apoyó su codo en la mesa y reposó su mentón en la mano. "Así que háblame de Mia. Un día de estos la cogerás y la golpearás, ¿verdad? Creo recordar que lo hiciste por lo menos diez veces, con la gente que te molestaba. " "Soy un nueva, y renovada Rose", le dije, intentando mostrarme toda lo seria posible. Que no resultó muy bien. El sonrió. "Además, si hago eso, romperé mi condicional con Kirova. Tengo que andar por el buen camino." "En otras palabras, que encontrarás una manera de vengarte de Mia sin meterte en problemas." Sentí una sonrisa forzando las esquinas de mis labios. "¿Sabes lo qué me gusta de ti, Mase? Que piensas exactamente como yo. " "Un concepto aterrador", respondió secamente. "Dime entonces lo que piensas de esto: puede que sepa algo sobre ella, aunque probablemente no debería contártelo... " Me incline hacia él. "Oh, ahora ya has empezado. Ahora tienes que contármelo". "Sería un error", me provocó, "¿Como se que no usarás esta información para hacer algo malo?" Parpadeé varias veces. "¿Puedes resistirte a esta carita?" Me estudió durante un momento. "No. Realmente, no puedo. Bueno, aquí va: Mia no es de la realeza. " Me relaje en la silla de nuevo. "No bromees. Ya lo sabía. Sé quien es de la realeza desde que tenía dos años. " "Sí, pero eso no es todo. Sus padres trabajan para uno de los Lords Drozdovs." Agité mi mano con impaciencia. Una gran cantidad de Moroi trabajaban en el mundo humano, pero la sociedad Moroi también disponía de varias ofertas de empleo por su propia raza. Alguien necesitaba ocuparlas. "En la limpieza. Son prácticamente siervos. Su padre corta el césped y su madre es una de las criadas". En realidad, yo tenía un gran respeto por todo aquel que tenía un trabajo a jornada completa, independientemente de cual fuera su empleo. Personas en todo el mundo tenían que hacer cosas desagradables para vivir. Pero, como ocurría con la Target, se convertía en una cuestión diferente cuando alguien trataba de hacerse pasar por lo que no es. Y durante la semana que llevaba aquí, había sido testigo de cuanto Mia quería desesperadamente encajar en la élite de la escuela. "Nadie lo sabe", dije pensativa. "Y ella no quiere que lo sepan. Ya sabes cómo es la realeza." Hizo una pausa. "Bueno, a excepción de Lissa, por supuesto. Harían que Mia lo pasase mal por eso." "¿Como sabes todo esto?" "Mi tío es el guardián de los Drozdovs". "Y has estado guardando ese secreto, ¿no?" "Hasta que me has corrompido. Entonces, ¿cuál es el camino que vas a elegir: el bueno o el malo? " "Creo que voy a darle a ella el honor-" "Srta. Hathaway, sabes que no deberías estar aquí". Una de las inspectoras de la residencia se detuvo delante de nosotros, la expresión de su cara era de desaprobación. Yo no estaba bromeando cuando dije que Mason pensaba como yo. Mentía tan bien como yo. "Tenemos que hacer un trabajo en grupo para la clase de idiomas. ¿Cómo lo haremos si Rose está encerrada? " La inspectora entrecerró los ojos. "No parece que estén haciendo un trabajo". Empujé el libro que me había dado el sacerdote y lo abrí aleatoriamente. Lo había colocado sobre la mesa cuando nos sentamos. "Estamos, um, trabajando en esto." Todavía parecía sospechar. "Una hora. No te daré mas tiempo, y será mejor que realmente os vea trabajar". "Sí, señora," dijo Mason con gesto serio. "Absolutamente". Ella se alejó todavía mirándonos. "Mi héroe", le dije. Señaló el libro. "¿Qué es eso?" "Algo que el Padre me dio. Tenía una duda sobre el sermón". Me miró fijamente, asombrado. "¡Oh, deja de mirarme así." Le eché una hojeada al índice. "Estoy tratando de encontrar a una mujer llamada Anna." Mason arrastró su silla, por lo que acabo sentándose muy cerca de mí. "Muy bien. Vamos a ver. " Encontré el número de la página que me llevó a la sección de San Vladimir, sin sorpresa alguna. Rápidamente leímos el capítulo buscando el nombre de Anna. Cuándo lo encontramos el autor no tenía mucho que decir sobre ella. Había incluido un trozo escrito por otro tipo que aparentemente habían vivido en la misma época que San Vladimir: Y con Vladimir siempre estaba Anna, hija de Fyodor. El amor de ellos era inocente y puro como el de un hermano y hermana, y en varias ocasiones lo defendió contra los Strigoi que intentaron matarlo y destruir su santidad. De la misma manera, es ella quién lo consuela cuando el espíritu es difícil de soportar, y las tinieblas de Satanás intentan acabar con el y debilitar su salud y su cuerpo. Contra eso también lo defiende, porque ellos estaban conectados desde que el salvó su vida cuando era una niña. Que Dios le hubiese enviado al bendito Vladimir, una guardiana como ella, era una señal del amor de Dios, una guardiana que era una shadow-kissed y que siempre sabía lo que estaba en su corazón y su mente. "Aquí está," dijo Mason. "Ella era la guardiana de él." "Aquí no dice lo que significa shadow-kissed". "Probablemente no significa nada". Algo en mí no lo creía. Lo leí de nuevo, tratando de interpretar el lenguaje antiguo. Mason me miraba curiosamente, intentando ayudarme. "Tal vez estaban enamorados", sugirió. Yo me reí. "Él era un santo." "¿Y qué? A los santos, probablemente también les guste el sexo. Ese negocio de "hermano y hermana” es probablemente fachada. Señaló una de las frases. "¿Ves? Estaban "conectados". Dio un parpadeo. "Es un código." Conectados. Es una extraña elección de la palabra, pero no quería necesariamente decir que Ana y Vladimir se desgarrasen las ropas. "No lo creo. Eran amigos cercanos. Los chicos y las chicas pueden ser sólo amigos." Lo dije enfáticamente, y él me dio una mirada seca. "¿Sí? Nosotros somos amigos y no sé lo que hay en tu corazón y tu mente" Puso una expresión de falso filósofo. "Por supuesto, algunos sostienen que nunca se sabe lo que está pasando en el corazón de una mujer" "¡Oh, cállate", le bufé, empujándolo con el brazo. "Debido a que ellas son criaturas extrañas y misteriosas", continuó con su voz de profesor ", y un hombre debe saber cómo leer sus pensamientos para poder hacerlas felices." Empecé a reír sin control y, probablemente, estaría en problemas de nuevo. "Vale, trata de leer mi mente y dejar de ser tan-" Dejé de reír y miró hacia abajo, de regreso al libro. Conectados y siempre sabe lo que está en su corazón y en su mente. Finalmente lo comprendí, tenían una conexión. Apostaría todo lo que tenía – lo que no era mucho – en eso. La revelación fue aterradora. Había un montón de vagas historias y mitos sobre guardianes y Morois “que acostumbraban a tener conexiones”. Pero esta era la primera vez que sabía con exactitud de alguien que la había tenido. Mason notó mi sorpresa. "¿Estás bien? Pareces medio extraña." Me encogí de hombros. "Si. Bien." | |
| | | Anna Ivashkov Admin·Dhamphir
Mensajes : 87 Puntos de experiencia : 4816 Popularidad : 2 Fecha de inscripción : 19/10/2011 Edad : 33 Localización : Buenos Aires, Argentina
Ficha de personaje Nombre: Aelizs Ivanov Raza: Dhampir principiante Año: 2do año
| Tema: Capítulo 7 Sáb Dic 10, 2011 8:20 pm | |
| Capítulo 7
Después de que pasaran algunas semanas, rápidamente me olvidé de la cosa de Anna mientras la vida en la Academia me envolvía. El choque de nuestro regreso se fue un poco, y empezamos a caer en una rutina semi-cómoda. Mis días se resumían en ir a la iglesia, desayunar con Lissa, y cualquier tipo de vida social que podía conseguir más allá de eso. Al tener negado cualquier tiempo libre, no tuve ningún problema para dejar de ser centro de atención, pero a veces lograba robar un poco de atención aquí y allí, a pesar de mi noble su discurso sobre “pasar desapercibidas” No lo podía evitar. Me gustaba coquetear, me gustaba estar con los grupos, y me gusta hacer comentarios sarcásticos en clase. Su nuevo papel de incógnito llamaba la atención simplemente porque era completamente diferente de antes de que escapáramos, cuando había estado tan activa con la realeza. La mayoría de las personas lo dejaban pasar, aceptando que la princesa Dragomir estaba saliendo de los radares sociales y que estaba feliz andando con Natalie y su grupo. El divagaciones de Natalie a veces me hacían querer golpearme la mi cabeza contra la pared, pero ella era buena - mejor que la mayor parte de la realeza - y la mayor parte del tiempo me gustaba estar a su lado. Y, como Kirova me había advertido, realmente me pasaba todo el tiempo trabajando y entrenando. Pero cuanto más tiempo pasaba, mi cuerpo dejaba de odiarme. Mis músculos se volvían más resistentes, y mi fuerza aumentaba. Seguían pateándome el culo en los entrenamientos, pero no tanto como antes, lo que ya era algo. El mayor problema ahora parecía ser mi piel. Entrenar en el exterior, expuesta al frío durante tanto tiempo estaba agrietando mi cara, y sólo el suministro constante de Lissa de lociones de cuidado de la piel me impidió envejecer antes de hora. Ella no podía hacer mucho para las ampollas de mis manos y los pies.
También se desarrolló una rutina entre Dimitri y yo. Mason tenía razón cuando dijo que era antisocial. Dimitri no andaba mucho con lo otros guardianes, a pesar de que era evidente de que los demás lo respetaban. Y cuanto más trabajaba con él, mas lo respetaba, aunque realmente no entendía sus métodos de entrenamiento. No parecían muy agresivos. Siempre comenzábamos estirando en el gimnasio, y últimamente me enviaba fuera a correr, encarando el cada vez más frío otoño de Montana. Tres semanas después de mí regreso a la Academia, un día que fui al gimnasio antes de las clases, lo encontré recostado sobre una colchoneta leyendo un libro de Louis L'Amour. Alguien había traído un Reproductor de CDs portátil y, aunque eso me animó al principio la canción que estaba sonando no lo hizo: " When Doves Cry" de Prince. Era vergonzoso saber el título de la canción, pero uno de nuestros colegas de habitación estaba obsesionado con los 80. "Whoa, Dimitri," dije, tirando mi mochila en el suelo. "Entiendo que este es un éxito actual en el este de Europa, pero crees que podamos escuchar algo que no haya sido gravado antes de que yo naciera?" Ni se inmutó y apenas me miró. "¿Y qué te importa? Soy yo el que va a escucharlo. Tú vas a estar fuera corriendo". Hice una mueca mientras puse mi pie en la parte superior de una barra y estiré los tendones de la pierna. Considerando todas las cosas, Dimitri tenía una buena tolerancia de mi sarcasmo. Mientras no holgazanease en mi entrenamiento, él no lidiaba con mis constantes comentarios. "Oye", le pregunté, mientras me dirigía a la siguiente serie de estiramientos "¿Qué fin tiene tanta carrera? Quiero decir, entiendo la importancia de la fuerza y todo lo demás, pero yo no debería practicar con algo con un poco más de lucha? Todavía me están matando en la práctica en grupo. " "Tal vez deberías golpear más fuerte", respondió secamente. "Hablo en serio." "Es difícil ver la diferencia." Bajó el libro, pero no se movió. "Mi trabajo es prepararte para defender a la princesa y la luchar contra las criaturas de la oscuridad, ¿verdad?" "Sí" "Entonces contéstame a esto: suponiendo que consigas secuestrarla de nuevo y estáis por ahí en un centro comercial. Entonces, mientras estáis allí, un Strigoi os ataca. ¿Qué harías? " "Depende de en que tienda estuviésemos." Me miró. "Muy bien. Lo apuñalaría con una estaca de plata. " Dimitri se había sentado, cruzando las piernas en un movimiento fluido. No entendía cómo alguien tan alto podía ser tan elegante. "Oh?" Levantó sus cejas oscuras. "¿Tienes una estaca de plata? ¿Y al menos sabes usarla? " Aparté la mirada de su cuerpo y fruncí el ceño. Hechas con magia elemental, las estacas de plata eran las armas más mortíferas de los guardianes. Apuñalar a un Strigoi en el corazón significaba la muerte inmediata. Las láminas eran igual de mortales para los Moroi, entonces no se daban fácilmente a los aprendices. Mi clase estaba sólo comenzando a aprender a usarlas. Me había entrenado con un arma antes, pero nadie me permitiría acercarme aún a una estaca. Afortunadamente, hay otras dos formas de matar a un Strigoi. "Muy bien. Le cortaría la cabeza". "Ignorando el hecho de que no tienes un arma para hacerlo, ¿como compensarías el hecho de que podría ser 30 cm más alto que tú?" Enderecé mi cuerpo, irritada, dejando de tocarme los dedos de los pies. "Bien, entonces le prendería fuego. " "Una vez más, ¿con qué?" "Vale, desisto. Ya tienes la respuesta. Estás bromeando conmigo. Si estoy de compras y veo un Strigoi, ¿qué hago? " Mirándome fijamente y sin parpadear me dijo. "Corre". Reprimí el deseo de tirarle algo. Cuando terminé mis estiramientos me dijo que saldría a correr conmigo. Esto era nuevo. Tal vez la carrera me daría alguna idea de su reputación asesina. Salimos a la fría noche del mes de octubre. Regresar al horario vampírico todavía me resultaba extraño. Las clases aproximadamente empezarían en una hora, y esperaba que el sol naciese, y no que se pusiese. Pero él se hundía en el horizonte hacia el oeste, iluminando las montañas blancas de nieve con un brillante color naranja. No hablamos. Él redujo la marcha de su paso para combinarlo con el mío, por lo que permanecimos juntos. Eso me molestó, de repente yo quería su aprobación. Así que establecí mi propio ritmo, trabajando mis pulmones y mis músculos más duramente. Doce vueltas alrededor de la pista equivalían a 5 km, todavía nos quedaban nueve. Cuando llegamos a la antepenúltima vuelta, algunos aprendices pasaron a nuestro lado, para ir a prepararse para la práctica de grupo, en la cual yo también estaría. Al verme, Mason aclamó. "¡Buena forma, Rose!" Le sonreí y le saludé. "Te estás quedando atrás" dijo Dimitri duramente, haciendo que apartara la mirada de los chicos. La dureza en su voz me sorprendió. "¿Es por eso que tus tiempos no están mejorando? ¿Te distraes con facilidad? " Avergonzada, aumenté mi velocidad de nuevo, a pesar de que mi cuerpo había comenzado a gritarme obscenidades. Terminamos la duodécima vuelta, y cuando comprobó el tiempo, vio que había bajado en dos minutos mi mejor tiempo. "No está mal, ¿eh?" Grité cuando regresamos al interior para hacer estiramientos de relajación. "Parece que podré llegar al límite del país antes de que el Strigoi me atrape en el centro comercial. Aunque no estoy segura de cómo lo haría Lissa". "Si ella estuviese contigo, estaría bien." Le miré sorprendida. Fue el primer elogio de la verdad que me dio desde que comenzáramos el entrenamiento. Sus ojos marrones me miraban, tanto con diversión como con aprobación. Y fue ahí que sucedió. Sentí como si alguien me hubiese disparado. Aguado y cortante, el terror estalló en mi cuerpo y en mi cabeza. Mi visión era borrosa, y por un momento, ya no estaba allí parada. Bajaba corriendo unas escaleras, asustada y desesperada, queriendo salir de allí, necesitando encontrar... a mí. Mi visión se aclaró, dejándome de vuelta en la pista y fuera de la cabeza de Lissa. Sin una palabra a Dimitri, salí de allí, corriendo tan rápido como podía hacia el dormitorio Moroi. No importó que mis piernas acabasen de soportar una mini maratón. Corrieron rápidamente y sin esfuerzo, como si fueran nuevas y brillantes. Ligeramente, fui consciente de que Dimitri me alcanzaba y me preguntaba que estaba mal, pero yo no podía responderle. Tenía una sola y única tarea: llegar al dormitorio. Su forma gigantesca y cubierta con hiedra se levantaba delante de mí, cuando Lissa nos encontró, su rostro cubierto de lágrimas. Me detuve de repente, mis pulmones a punto de a explotar. "¿Qué hay de malo? ¿Qué pasó?" Exigí, agarrándole las manos, y obligándola a mirarme a los ojos. Pero ella no podía responder. Arrojó sus brazos a mí alrededor, sollozando en mi pecho. Me mantuve allí, alisando su liso y sedoso pelo mientras le decía que todo estaría bien – independientemente de lo que “todo” fuera. Y francamente, no me importa lo que era en ese momento. Ella estaba allí y estaba segura, y eso era todo lo que importaba. Dimitri estaba cerca de nosotras, alerta y preparado para cualquier amenaza, su cuerpo preparado para el ataque. Me sentía segura con él en nuestro lado. Una media hora más tarde, estábamos todos en el interior de la habitación de Lissa con otros tres guardianes, la Sra. Kirova, y la inspectora de la recepción. Esta era la primera vez que veía la habitación de Lissa. Natalie había conseguido ser la compañera de Lissa, y los dos lados de la habitación contrastaban. El de Natalie era vivo, la pared llena de fotos y un edredón de flores que no combinaba con un dormitorio. Lissa tenía pocas posesiones, al igual que yo, y no destacaba tanto. Tenía una foto colgada en la pared, sacada el pasado Halloween, cuando nos habíamos disfrazado de hadas, completando el traje con unas alas y maquillaje de purpurina. Ver esta foto y recordar cómo lo habíamos hecho provocó que se formase un gran dolor en mi pecho. Con toda la agitación que había nadie notó que, supuestamente, no debería estar allí. En el pasillo, se apiñaron las chicas Moroi, tratando de descubrir lo que estaba sucediendo. Natalie pasó a través de ellas, queriendo saber cual era el motivo de tanta agitación en su cuarto. Cuando lo descubrió, se detuvo abruptamente. La impresión y la repugnancia aparecieron en la cara de casi todos los que nos fijamos en la cama de Lissa. Había un zorro en su almohada. Su pelo era de color rojizoanaranjado, con un toque de blanco. Se veía tan suave y tierno que podría ser una mascota, un gato tal vez, algo que pondrías en tus brazos y acurrucarías. Sin tener en cuenta el hecho de que su garganta había sido cortada. El interior de su garganta era de color rosa y similar a la gelatina. La sangre había manchado el edredón, formando una mancha oscura que se propagaba por todo el tejido. Los ojos del zorro miraban fijamente arriba, a la nada, como en una especie de shock, como si el zorro no pudiese creer lo que estaba sucediendo. Las náuseas se me acumulaban en el estómago, pero me obligó a seguir mirando. No podía permitirme el lujo de sentirme débil. Algún día tendría que matar a un Strigoi. Si no podía hacer frente a un zorro, no sobreviviría a las posteriores matanzas. Lo que había pasado con el zorro era enfermo y perverso, obviamente realizado por alguien tan perturbado que no había palabras para describirlo. Lissa lo miraba fijamente, su cara estaba pálida como la de un cadáver, y caminó unos pasos en su dirección, las manos, involuntariamente, tratando de alcanzarlo. Este repugnante acto la había herido profundamente, lo sabía, considerando su amor por los animales. A ella le gustaban, y a ellos les gustaba ella. Mientras estábamos por nuestra cuenta, a menudo me pedía tener una mascota, pero siempre me negué, recordando que no podíamos cuidar de una para después dejarla cuando tupiésemos que salir huyendo sin pleno aviso. Además, ellos me odiaban. Entonces se contentó con ayudar y curar a aquellos animales que estaban abandonados, y trabar amistad con las mascotas de los demás, como el gato Oscar. Sin embargo, no pudo curar a este zorro. No tenía como hacerlo, pero vi en su cara que quiso ayudarlo, como lo hacia con todos. Cogí su mano y la aleje de él, recordando una conversación que habíamos tenido hace unos dos años. "¿Qué es eso? ¿Es un grajo? " "Es muy grande. Es un cuervo". "¿Está muerto?" "Sí, definitivamente muerto. No lo toques". En aquel momento ella no me había escuchado. Esperaba que ahora lo hiciese. "Todavía estaba vivo cuando llegué". Me susurró Lissa, sacudiéndome el brazo. "Apenas. Oh dios, estaba retorciéndose. Debe haber sufrido tanto". Sentí la bilis llegar a mi garganta. Bajo ninguna circunstancia iba a vomitar ahora. "¿Tú-? "No... quise... comencé..." "Entonces olvídalo” le dije bruscamente. "Es una estupidez. Una broma estúpida de alguien. Limpiaran todo esto. Incluso, si o deseas, te darán una nueva habitación." Se giró hacia mí, sus ojos casi salvajes. "Rose... recuerdas... aquella vez... " "Detente", le dije. "Olvídalo. Esto no es lo mismo. " "¿Y si alguien lo vio? ¿Y si alguien sabe…?" Agarré firmemente su brazo, clavándole las uñas para que me prestase atención. Se estremeció. "No. No es lo mismo. No tiene nada que ver con eso. ¿Me oyes?" Podía sentir las miradas de Natalie y Dimitri que estaban detrás de nosotras. "Todo estará bien. Todo va a estar bien. " No parecía que me creyese, pero Lissa asintió. "Limpia eso", le dijo Kirova a la inspectora. "Y averigua si alguien vio algo". Finalmente alguien se dio cuenta de mi presencia y le ordenó a Dimitri que me sacase de allí, sin importarles cuanto implorase para que me dejasen quedarme con Lissa. Me acompañó hasta los dormitorios de los aprendices. No habló hasta que casi llegamos. "¿Sabes alguna cosa?. Algo sobre lo que pasó. ¿Fue eso lo que querías decir cuando le dijiste a la Directora Kirova que Lissa estaba en peligro? " "No sé nada. Es sólo una broma de mal gusto". "¿Tienes alguna idea de quien haría esto? O ¿por qué? " Pensé en ello. Antes de marcharnos, podría haber sido realizada por varias personas. Es lo que ocurre cuando eres muy popular. Hay gente que te quiere y hay gente que te odia. Pero ¿ahora? Lissa había dejado de ser popular, en cierta medida. La única persona que real y verdaderamente la despreciaba era Mia, pero Mia parecía luchar sus batallas con palabras, no con acciones. Y aunque hubiese decidido hacer algo más agresivo, ¿por qué hacer eso? Ella no parecía ser de ese tipo. Hay millones de otros medios para vengarse de una persona. "No", le dije. "No tengo ni idea". "Rose, si sabes algo, tienes que decírmelo. Estamos en el mismo lado. Los dos queremos protegerla. Esto es serio. Me volví, tirando mi ira por el zorro encima de él. "Sí, esto es serio. Es muy serio. Y tú me estás haciendo correr todos los días cuando lo que debería hacer es aprender a luchar y defenderla! Si quieres ayudar, enséñame algo! Enséñame a luchar. Ya sé cómo escapar." No me di cuenta hasta ese momento de lo mucho que quería aprender, cómo quería demostrarle a Lissa y a todos los demás de lo que era capaz. El incidente con el zorro me había hecho sentir impotente, y no me había gustado. Quería hacer algo, cualquier cosa. Dimitri observó mi arrebato con calma, sin cambiar su expresión. Cuando terminé, simplemente me hizo seña de seguir adelante como si no hubiese dicho nada. "Vamos. Vas a llegar tarde a la práctica."
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